Wednesday, September 24, 2014

Geoingeniería: cuestiones de dependencia de la trayectoria (path-dependence) y encierre socio-técnico (lock-in) (Traducción)


Rose Cairns (SPRU – Estudios de Políticas de la Ciencia y la Tecnología) 1

(Traducción libre por Oscar A. Escobar – Las italianas son mías)
Esta entrada en este blog reemplaza la titulada “Geoingeniería: cuestiones de patrón de dependencia (path-dependence) y encadenamiento (lock-in) socio-técnico” de Agosto 14 del 2014 (OE)


Introducción

En los últimos años ha habido un creciente interés académico y político sobre la geoingeniería - la manipulación intencional del sistema climático a gran escala para tratar de contrarrestar los efectos del cambio climático (Belter y Seidel 2013).  Junto a otras cuestiones importantes de política, se han manifestado preocupaciones sobre el potencial de las tecnologías geoingenieriles para contribuir al llamado 'captura de  ‘encierre al carbono' (quedar encerrados en el sistema energético basado en las energías fósiles o sea de carbono) (Unruh 2000), o el de quedar '-atrapados’  ellos mismos (CDB, 2012;. Pastor et al, 2009;. Rayner et al, 2013).  En particular, la escala de las infraestructuras que las intervenciones de geoingeniería podrían requerir, y la cuestión del llamado ‘efecto de terminación’ (Jones et al. 2013) (mediante el cual parar un programa de inyección de aerosol estratosférico daría lugar al rápido calentamiento del planeta) se han discutido en estos términos.  La dinámica de 'encierre' se ha planteado incluso en relación con los aspectos puramente discursivos de estos desafíos, donde (a pesar de la emergente y un tanto mal definida naturaleza del campo), se ha sugerido que las enmarcaciones existentes de la geoingeniería en la literatura académica y política ya pueden demostrar características reconocibles como formas de encierre cognitivo, que podrían tener profundas implicaciones para la evolución futura en este ámbito (Bellamy et al. 2012). Este Documento para su revisión, fue preparado de antemano a un taller académico y político sobre el tema, se pretende dar a los participantes una breve reseña de literatura teórica sobre el encierre y la dependencia de la trayectoria, para resumir las maneras en que estos conceptos han sido invocados en la literatura existente sobre la geoingeniería, para poner en relieve algunos de los debates teóricos en-curso en torno a estos conceptos, y para examinar los desafíos generales, y los más específicos-a-la- geoingeniería, sobre la evaluación de estos procesos.
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1 Este informe fue preparado para los participantes de un taller que se celebró en la Facultad de Derecho de UCL el viernes 25 de octubre de 2013, sobre las cuestiones de dependencia de la trayectoria y  encierre en lo que se relacionan al campo de la geoingeniería.  El taller se organizó como parte del proyecto de Gobernanza de la Geoingeniería Climática http://geoengineering-gobierno-research.org  Una versión de este manuscrito fue presentada a la revista WIREs Climate Change en enero del 2014 y se encuentra actualmente en evaluación. Otras presentaciones del taller se pueden encontrar en una sección especial de presentaciones del sitio web de la CGG.


Contenido

Sección 1. Fondo teórico: dependencia de la trayectoria y encierre................ 2

Sección 2. Conceptos de encierre y dependencia de la trayectoria del discurso de la geoingeniería............................................................................................. 5

Sección 3. Debates en marcha y retos de la evaluación teórica........ 9

Evaluación: desafíos metodológicos genéricos.................................... 11

Evaluación: desafíos específicos a la geoingeniería.................................... 14

Sección 4. Objetivos  del taller............................................. ........................ 18

Referencias..........................................................................................19


Sección 1. Fondo teórico: dependencia de la trayectoria y encierre (lock-in)

La dependencia de la trayectoria y el encierre  (Arthur 2007; Collingridge 1980; David 1997) son conceptos con raíces en la economía evolutiva y de la historia de la tecnología, que son ahora ampliamente utilizados  atreves de una gran gama de las ciencias sociales y políticas para describir y teorizar las formas en que las tecnologías, o más ampliamente los sistemas socio-técnicos (Geels 2004), se desarrollan y perduran o desaparecen. Además de los avances tecnológicos, los procesos en acción en la política y otros sistemas sociales, también se han descrito en estos términos (Pierson 2000). La dependencia de la trayectoria se refiere, en el nivel más básico, al hecho de que ‘la historia importa’ en el entender del desarrollo socio-técnico. La conceptualización original en la literatura económica de la dependencia de la trayectoria hizo hincapié en que los procesos de dependencia de la trayectoria surgen inicialmente de circunstancias contingentes (casuales, al azar) que confieren una ventaja inicial a una tecnología en particular, seguidos de procesos de auto-refuerzo o retroalimentación positiva, tales como las reducciones acumulativas de costes y efectos de aprendizaje vinculados a rendimientos crecientes a la adopción (David 1985; Arthur 2007). Dentro de los procesos de dependencia de la trayectoria, se mantiene que la secuencia de eventos es particularmente importante, con los eventos anteriores importando más que los que ocurren después. En la forma que Pierson lo dice:

"Los patrones específicos de tiempo y secuencia son importantes; partiendo desde condiciones semejantes, una amplia gama de resultados sociales pueden ser posibles; grandes consecuencias pueden resultar de acontecimientos relativamente ‘pequeños’ o contingentes; cursos de acción particulares, una vez introducidos, pueden ser virtualmente imposibles de revertir." (Pierson 2000, p.251)


"La dependencia de la trayectoria se refiere, en el nivel más básico, al hecho de que ‘la historia importa’ en el entender del desarrollo socio-técnico. La conceptualización original en la literatura económica de la dependencia de la trayectoria hizo hincapié en que los procesos de dependencia de la trayectoria surgen inicialmente de circunstancias contingentes (casuales, al azar) que confieren una ventaja inicial a una tecnología en particular, seguidos de procesos de auto-refuerzo o retroalimentación positiva"


El encierre es una forma de conceptualizar los resultados de los procesos de dependencia de la trayectoria, y describe cómo determinadas tecnologías - a través de su co-evolución con los sistemas sociales, institucionales, culturales y políticos - pueden llegar a ser resistentes al cambio, 'bloqueando' o limitando las posibilidades para el desarrollo de configuraciones socio-técnicas alternas (posiblemente superiores o socialmente más / deseables para el medio ambiente).  Además de los procesos antes mencionados, tales como las reducciones acumulativas de costes, identificados en la literatura económica original sobre la dependencia de la trayectoria y el encierre, un número creciente de estudios ha identificado una serie de promotores adicionales y procesos vinculados a la dependencia de la trayectoria resultantes. Estos incluyen los procesos cognitivos o epistémicos, como los efectos de los paradigmas tecnológicos (Dosi, 1982; Nelson y Winter, 1977), la importancia de los procesos de dependencia de la trayectoria en instituciones (North, 1990; Foxon 2002; Setterfield 1993), que pueden llegar desde los sistemas jurídicos (Hathaway 2001) hasta las formas, aceptadas culturalmente y definidas menos rígidamente como la ‘maneras de hacer las cosas’, o prácticas cotidianas (Quitzau 2007); y las nociones como el ‘régimen tecnológico’, que se define como el "conjunto de conocimientos científicos, prácticas de ingeniería, tecnologías de proceso de producción, las características del producto, habilidades y procedimientos, y las instituciones e infraestructuras que conforman la totalidad de una tecnología '(Rip y Kemp 1998). El ejemplo clásico de un 'régimen socio-técnico’ encerrado es el del sistema de transporte basado en el uso del automóvil privado. Como Shackely y Verde explican:

'el coche privado ha tenido una profunda influencia en la estructura de la ciudad y su región circundante, pero no es un efecto fácilmente reversible en cuanto la disponibilidad en masa del coche se convierte en parte integral del estilo de vida de todos los días y de los patrones de la actividad social y económica "(Shackley & Green 2007, p.223).


"El encierre es una forma de conceptualizar los resultados de los procesos de dependencia de la trayectoria, y describe cómo determinadas tecnologías - a través de su co-evolución con los sistemas sociales, institucionales, culturales y políticos - pueden llegar a ser resistentes al cambio, 'bloqueando' o limitando las posibilidades para el desarrollo de configuraciones socio-técnicas alternas (posiblemente superiores o socialmente más / deseables para el medio ambiente)."


Los impactos potencialmente negativos del encierre tecnológico - que a veces también se conocen como atrapamiento (Walker 2000), o afianzamiento (Collingridge 1980) - incluyen una serie de problemas ambientales y sociales, como el cambio climático, la degradación ecológica, el agotamiento de recursos, la contaminación, problemas de salud y sociales, impactos que en general solamente son “ya muy tarde descubiertos después que el sistema está bien establecido” (Könnölä et al. 2006, p.241). Otros ejemplos paradigmáticos de instancias de encierre socio-técnico acompañados de impactos indeseables que son difíciles de mejorar, se pueden encontrar en la generación de energía con combustibles fósiles y su sistema de distribución (Unruh 2000), la industria nuclear (Walker 2000; Cowan 2008), los sistemas de agricultura industrial (Cowan y Gunby 1996), el transporte por automóviles (Heffernan 2003) y las infraestructuras urbanas (Hommels 2005), tales como los sistemas de aguas residuales (Quitzau 2007).

Teniendo en cuenta que el encierre de determinadas configuraciones socio-técnicas puede actuar para limitar las opciones futuras de manera profunda, la comprensión de los procesos de dependencia de la trayectoria  y de diferentes tipos de encierre tienen implicaciones importantes para la democracia y la justicia social. Por ejemplo, se ha observado que las fuerzas sociales inmediatas que dan forma temprana a las configuraciones de artefactos y tecnologías (así como a rutinas, prácticas y formas paradigmáticas del pensamiento) “normalmente reflejan las preferencias de las ‘necesidades’, normatividades y los intereses de grupos sociales más bien restringidos” (Stirling 2009), con el resultado de que la diversidad y dirección del cambio tecnológico en áreas tan diversas como la agricultura, los productos farmacéuticos, la energía, lo militar, y la comunicación, han sido históricamente limitadas por poderosas presiones socio-económicas y político-institucionales.

El mantenimiento del control social de la tecnología y la prevención o disminución de los impactos negativos del desarrollo tecnológico son los conductores normativos del amplio campo de la Evaluación de la Tecnología (TA por sus siglas en inglés). Gran parte del trabajo en este ámbito está basado en el trabajo de Collingridge (1980), que famosamente describió la cuestión del control de la sociedad sobre el desarrollo tecnológico en términos de un ‘dilema’ mediante el cual en las primeras etapas del desarrollo de una tecnología, mientras que la tecnología es aun relativamente fácil de controlar, los impactos de las tecnologías son en gran medida imprevisibles / incognoscibles; pero cuando llega la hora en que se  conocen los impactos, el control a menudo es imposible o muy difícil.  Collingridge argumentó que el mantenimiento de la flexibilidad frente a la imprevisibilidad era un medio de mitigar los impactos negativos asociados con el encierre, y que “la esencia para controlar un tecnología no [estaba] en pronosticar sus consecuencias sociales, sino en retener la capacidad para cambiar una tecnología, incluso cuando está completamente desarrollada y difundida” (Collingridge 1980, p.20).

"Collingridge (1980), que famosamente describió la cuestión del control de la sociedad sobre el desarrollo tecnológico en términos de un ‘dilema’ mediante el cual en las primeras etapas del desarrollo de una tecnología, mientras que la tecnología es aun relativamente fácil de controlar, los impactos de las tecnologías son en gran medida imprevisibles / incognoscibles; pero cuando llega la hora en que se  conocen los impactos, el control a menudo es imposible o muy difícil."

Se ha observado que el encierre en una tecnología en particular probablemente implica el  ‘repeler’ otras (Delrio y Unruh, 2007), y por tanto la erosión de la diversidad (Stirling, 2007), lo que puede ocurrir por casualidad, o por medio de las acciones deliberadas de los defensores de determinadas tecnologías (Walker 2000). Por lo tanto, se ha sugerido que una manera en la que la flexibilidad se puede mantener (evitando el encierre perjudicial) es a través del mantenimiento de la diversidad (Könnölä et al 2006.; Walker 2000; Stirling 2009). Por ejemplo, el estudio monográfico de Walker sobre la industria del re-procesamiento nuclear proporciona evidencia de los efectos negativos de una pérdida de diversidad que lleva al entrampamiento, y por la necesidad de "garantizar que las alternativas sobrevivan y se desarrollen, que los costes de cambiar (tecnología) no se mantengan artificialmente altos, y que se le dé la atención debida y oportuna a las formas de salida" (Walker 2000, p.846).

"Se ha observado que el encierre en una tecnología en particular probablemente implica el  ‘repeler’ otras (Delrio y Unruh, 2007), y por tanto la erosión de la diversidad (Stirling, 2007), lo que puede ocurrir por casualidad, o por medio de las acciones deliberadas de los defensores de determinadas tecnologías (Walker 2000)."

Sección 2. Conceptos de encierre y dependencia de la trayectoria en el discurso de geoingeniería

Hasta el momento, el término encierre se presenta relativamente con prominencia en el discurso académico y de políticas en torno a la geoingeniería.  Sin embargo, observando su diverso uso en la literatura académica, exactamente lo que se entiende por el término no es necesariamente consistente, y ha sido invocado para referirse a un número de diferentes procesos o dar voz a un número de diferentes tipos de problemas.  Dentro de la literatura académica y de políticas sobre la geoingeniería, se pueden discernir dos grandes niveles de análisis: un enfoque en tecnologías en particular o clases de tecnología y los posibles mecanismos y las consecuencias del encierre que podría resultar de su desarrollo y despliegue; y un enfoque en el contexto más amplio de la dependencia existente en los combustibles fósiles o el presunto ‘encierre de carbono’ (carbon lock-in), y las maneras en que determinadas tecnologías pueden interrumpir o reforzarla.  En la primera categoría, el tema del encierre socio-técnico se ha citado como una preocupación política en una serie de informes de alto nivel sobre la geoingeniería, incluyendo el Informe de la Royal Society (Shepherd et al. 2009), el informe de la Cámara de los Comunes sobre la regulación de la geoingeniería (Cámara de los Comunes de 2010), y el informe del 2012 por el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB por sus siglas en inglés, 2012). La necesidad de evaluar el riesgo de encierre era también un componente de uno de los llamados ‘Principios de Oxford’ para la gobernanza de la geoingeniería (Rayner et al. 2013).  Algunos autores (Rayner et al. 2013) distinguen entre el encierre técnico y el social, refiriéndose como encierre técnico al tipo de compromisos que acompaña a determinados enfoques tecnológicos como la inyección de aerosoles estratosféricos debido a la existencia del llamado 'efecto de terminación' (un término utilizado para referirse al hecho de que si una tecnología de SRM [por sus siglas en inglés]  como la de inyección de aerosoles estratosféricos se implementara pero luego se detiene, habría una rápida subida de temperatura que probablemente sería más perjudicial que el aumento más gradual de la temperatura que habría tenido lugar en ausencia de tal intervención).  El encierre social, en este caso se utiliza para referirse a las formas en que muchas de las tecnologías propuestas (por ejemplo, la captura [de carbono] directamente del aire), sería dependiente de la existencia de una infraestructura física de grandes costos irrecuperables (a fondo perdido) que originarían ‘intereses creados’ para mantener las instalaciones en operación, y por lo tanto daría lugar a diversos tipos de inercia y encierre (Hamilton 2013a).

"El encierre social, en este caso se utiliza para referirse a las formas en que muchas de las tecnologías propuestas (por ejemplo, la captura [de carbono] directamente del aire), sería dependiente de la existencia de una infraestructura física de grandes costos irrecuperables (a fondo perdido) que originarían ‘intereses creados’ para mantener las instalaciones en operación, y por lo tanto daría lugar a diversos tipos de inercia y encierre (Hamilton 2013a)."


Otro trabajo ha puesto de relieve la importancia de los efectos de la enmarcación y lo que podría ser llamado ‘encierre cognitivo’.  Por ejemplo, Bellamy et al. condujo un análisis de las evaluaciones de métodos de geoingeniería.  Ellos destacan las maneras en que la enmarcación instrumentaría efectúa impactos sobre los resultados de las evaluaciones en maneras importantes, que actúan para promover opciones aparentemente preferibles para su decisión dados aquellos efectos de enmarcación que son privilegiados.  En particular, ilustran el impacto sobre los resultados de la elección del marco contextual de problema en el que la evaluación de la geoingeniería se lleva a cabo (por ejemplo, la idea de la emergencia climática o el fracaso de la mitigación), la elección de los métodos de valoración aplicados (por ejemplo, el uso de métodos  experto-analíticos, tales como los modelos de computadora, la evaluación económica y las opiniones de expertos), y las opciones evaluadas en particular (por ejemplo, elegir centrarse en un número limitado de opciones de geoingeniería, o comparar las opciones de geoingeniería en aislamiento contextual en lugar de hacerlo con la más amplia cartera de respuestas al cambio climático).  Ellos se  basan en el concepto del encierre para sostener que:

“Como paquete corriente-arriba (upstream) de propuestas tecnológicas, [las propuestas de geoingeniería] son particularmente sensibles a los efectos de encuadre instrumentario... y podrían ser fácilmente clausuradas de manera rápida y prematura, encerrándonos en ciertas trayectorias tecnológicas pero no en otras (David, 1985; Arthur, 1989).  En última instancia,  valores divergentes potencialmente desconocidos e intereses en un encierre de este tipo podrían causar controversia" (p.26) (Bellamy et al. 2012).

En una línea relacionada, los trabajos sobre presentaciones públicas ‘corriente-arriba’ han puesto de manifiesto la preocupación ética que “el propio acto de estudiar y ensayar con la geoingeniería podría generar un impulso propio a un encierre intelectual que podría también tener un impacto dramático” (A Corner et al. 2012).  Esto se relaciona con el argumento de la llamada ‘pendiente resbaladiza’ (Hamilton 2013B; Jamieson 1996; Hulme 2012; Banerjee et al. 2013) que dice que “aún la investigación muy básica y segura... podría ser un primer paso dentro de una ‘pendiente resbaladiza‘ hacia la implementación” (SRMGI 2011, p.21).  Por el contrario, el argumento citado a menudo en favor de la investigación es que, sin investigación,

"siempre y cuando la geoingeniería se haya hecho necesaria, vamos a carecer de los conocimientos sobre los enfoques que son más o menos eficaces y los más o menos peligrosos. Así que habrá una mayor probabilidad de que los esfuerzos de geoingeniería fallen o causen graves daños colaterales (Bodansky 2013)”.

Sin embargo, la implicación de que la investigación es una actividad neutral ha sido criticada.  Por ejemplo Jamieson señala aquello que él llama el ‘imperativo cultural' que sostiene que si se algo se puede hacer se debe hacer, y sugiere que esto se traduce en tecnologías que desarrollan  “una vida propia que conduce inexorablemente a su desarrollo y despliegue”.  Él se basa en la historia de la investigación en la medicina para sugerir que una de las razones centrales para aquello es que "[un] programa de investigación a menudo crea una comunidad de investigadores que funciona como un grupo de interés promocionando el desarrollo de la tecnología que están investigado (Jamieson 1996, p.333).  El informe sobre la geoingeniería del Servicio de Investigación del Congreso de EE.UU. hizo una observación similar, poniendo de relieve el hecho de que “las organizaciones de [i]nnovación y empresariales rara vez se movilizan para ‘almacenar’ las tecnologías complejas" (Bracmort y Lattanzio 2013, p.8), lo que puede resultar en un la promoción prematura y posiblemente peligrosa y el despliegue de ciertas tecnologías en particular. Asimismo, un informe reciente del Instituto del Clima y Energía de la Universidad de Yale subrayó preocupaciones similares en torno a la pendiente resbaladiza señalando la "propensión de las tecnologías para ser desarrolladas una vez concebidas, y luego para ser usadas una vez desarrolladas" (Banerjee et al. 2013, p.6).

"[un] programa de investigación a menudo crea una comunidad de investigadores que funciona como un grupo de interés promocionando el desarrollo de la tecnología que están investigado (Jamieson 1996, p.333)."

"un informe reciente del Instituto del Clima y Energía de la Universidad de Yale subrayó preocupaciones similares en torno a la pendiente resbaladiza señalando la "propensión de las tecnologías para ser desarrolladas una vez concebidas, y luego para ser usadas una vez desarrolladas" (Banerjee et al. 2013, p.6)."

Por otro lado, algunos han argumentado que con respecto a las investigaciones de geoingeniería, existe el riesgo de que el encierre regulatorio a compromisos concretos (por ejemplo, un prohibición total a los ensayos), podría  lamentarse o tener consecuencias no intencionales limitando las posibles respuestas al cambio climático de emergencia (Keith et al 2010.).

"Por otro lado, algunos han argumentado que con respecto a las investigaciones de geoingeniería, existe el riesgo de que el encierre regulatorio a compromisos concretos (por ejemplo, un prohibición total a los ensayos), podría  lamentarse o tener consecuencias no intencionales limitando las posibles respuestas al cambio climático de emergencia (Keith et al 2010.)."

Otra área de creciente interés para la evaluación de la geoingeniería, es el papel que la Propiedad Intelectual (PI) puede desempeñar en la configuración del desarrollo de estas tecnologías (Parthasarathy et al. 2010). Aunque no se refiere específicamente a la terminología de ‘encierre’, Parthasarthy y colegas argumentan que "en ausencia de un marco normativo importante, el sistema de patentes se ha convertido en el método de facto para controlar el desarrollo tecnológico" (p.7), y sugieren que es probable que esto le dé forma a su desarrollo de una manera profunda e irreversible.  Ellos encuentran que en el campo de la geoingeniería,

“aunque relativamente pocas patentes se han concedido hasta la fecha, ciertas tendencias - incluyendo la provisión de un amplio lenguaje de patentes, aumentando dramáticamente el número de solicitudes, así como la concentración en la propiedad de las patentes - sugieren que las patentes jugarán un papel importante en cómo esta tecnología se desarrolle" (p. 3).

Además de los trabajos mencionados anteriormente, que se ocupan de los distintos procesos que pueden influir en el desarrollo futuro (y el encierre potencial) de las tecnologías de geoingeniería propuestas, el concepto del encierre también se cuenta como descriptivo del contexto más amplio dentro del cual éstas intervenciones geoingenieriles están siendo discutidas  - por ejemplo, la idea de que el mundo está actualmente “encerrado en la trayectoria más alta de emisiones prevista por el IPCC (Rayner 2011, p.2).  El concepto de encierre al carbono (Unruh y Carrillo-Hermosilla 2006; Unruh 2000) se ha usado para describir la inercia aparente en las economías industrializadas altamente dependientes del carbono debido a la estabilidad de los complejos tecno-institucionales responsables de la mayor parte de las emisiones de carbono (que abarcan tanto la infraestructura física como las prácticas sociales y culturales y las instituciones).  Algunas tecnologías de geoingeniería, como la captura directa del aire (DAC por sus siglas en inglés) han sido examinadas en el contexto de encierre al carbono, y se ha sugerido que estas tecnologías pueden “exacerbar la dependencia de la trayectoria basada en el carbono e intensificar el encierre a los combustibles fósiles en el futuro cercano” (Unruh y Carrillo-Hermosilla 2006, p.1193).  Esto también podría actuar ‘bloqueando’ (lock-out) otras tecnologías.  La literatura sobre la captura y almacenamiento de carbono es potencialmente relevante para la comprensión de los tipos de procesos de encierre asociados a ciertas tecnologías de geoingeniería.  Por ejemplo, se ha argumentado que el encierre (lock-in) a la Captura y Almacenamiento de Carbono (CCS) podrían contribuir al encierre a los combustibles fósiles (aunque de bajo contenido de carbono), y para un proceso de bloqueo de alternativas renovables (Greenpeace, 2008; Shackley y Thompson, 2011).

"se ha argumentado que el encierre (lock-in) a la Captura y Almacenamiento de Carbono (CCS) podrían contribuir al encierre a los combustibles fósiles (aunque de bajo contenido de carbono), y para un proceso de bloqueo de alternativas renovables (Greenpeace, 2008; Shackley y Thompson, 2011)."

Por otra parte, la geoingeniería es vista por algunos como una forma de “desbloqueo del rompecabezas de la mitigación" y que proporciona una manera de salir de lo que se ve como una congestión.  Allenby, por ejemplo, ha sugerido que el proceso de la UNFCCC (por sus siglas en inglés) en sí es una forma de 'encierre’ cultural (Allenby 2012), con las estructuras políticas existentes (comoquiera ineficaces) con poca probabilidad de cambiar debido a los compromisos institucionales y psicológicos de los participantes en el proceso, y que la geoingeniería se puede entender mejor como una respuesta a este encierre.  Entonces es interesante que el existente encierre al carbono puede bien formar la base para ambos argumentos  ya sea a favor o en contra de la geoingeniería, como ha ocurrido en los argumentos a favor y en contra de la CCS (por sus siglas en inglés (Hansson y Bryngelsson 2009).

Probablemente a consecuencia de su relativamente mayor estado de desarrollo, las técnicas de geoingeniería basadas en el carbono como la bio-energía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS por sus siglas en inglés) han sido examinadas con más detalle que los métodos de gestión de la radiación solar, particularmente en relación a los posibles impactos sobre el encierre a los combustibles fósiles (Vergragt et al 2009;. Gough y Upham 2010), y existe literatura potencialmente relevante para algunas técnicas de geoingeniería basadas en el carbono que se encuentran en la literatura sobre los mecanismos de encierre en torno a la  captura y almacenamiento de carbono (CCS) (Markusson y Haszeldine 2009; Shackley y Thompson 2011). Es notable que algunos de estos trabajos empíricos sobre la CCS en realidad sugieren que

“en este momento existen pocas pruebas  de que la CCS este ‘desplazando’ a las alternativas, y que incluso puede ser un factor en la realización de algunas de esas alternativas a través del intercambio de tecnologías subyacentes.  Esto sugeriría que el riesgo de encierre al bajo carbono  puede ser relativamente modesto” (Shackley y Thompson 2011, p.112),


“en este momento existen pocas pruebas  de que la CCS este ‘desplazando’ a las alternativas, y que incluso puede ser un factor en la realización de algunas de esas alternativas a través del intercambio de tecnologías subyacentes.  Esto sugeriría que el riesgo de encierre al bajo carbono  puede ser relativamente modesto (Shackley y Thompson 2011, p.112),"


El concepto de encierre también ha figurado en los debates alrededor del bio-carbón (biochar), con un desacuerdo aparente sobre el grado en que el bio-carbón se debe considerar como una ‘tecnología disruptiva’ (Shane Tomlinson 2009) para los regímenes políticos incumbentes y económicos encerrados en trayectorias insostenibles, o si la promoción del bio-carbon y su vinculación a los mercados de carbono, etc., podría resultar en sí en “encierre en trayectorias  y estilos que favorecen la escala y las ganancias a costa de los medios de vida y panoramas locales” (Leach et al. 2010).

"El concepto de encierre también ha figurado en los debates alrededor del bio-carbón (biochar), con un desacuerdo aparente sobre el grado en que el bio-carbón se debe considerar como una ‘tecnología disruptiva’ (Shane Tomlinson 2009) para los regímenes políticos incumbentes y económicos encerrados en trayectorias insostenibles, o si la promoción del bio-carbon y su vinculación a los mercados de carbono, etc., podría resultar en sí en “encierre en trayectorias  y estilos que favorecen la escala y las ganancias a costa de los medios de vida y panoramas locales” (Leach et al. 2010)."


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Sección 3. Debates teóricos en marcha y desafíos de la evaluación

Aunque los conceptos de encierre y de dependencia de la trayectoria han demostrado ser útiles a través de una amplia gama de disciplinas, y se invocan ampliamente dentro de los debates emergentes de la geoingeniería, hay una serie de áreas que están siendo debatidas actualmente, y el grado en que se entiende la dependencia de la trayectoria para constituir una teoría, es impugnada (Vergne y Durand 2010, p.736).  Se ha argumentado que la dependencia de la trayectoria en la explicación original sobre la persistencia de soluciones sub-optimas en particular puede ser "demasiado simple, demasiado genérica" (Guy Peters 2009, p.68) como para contribuir en gran medida a la comprensión de la persistencia en otras áreas (por ejemplo, las políticas públicas), y que otras explicaciones como la ventaja del primer movimiento o la inercia organizativa pueden ser igual o mayormente capaz para explicar la persistencia (Vergne 2013).  La cuestión o no de la sub-optimalidad de la  dependencia de la trayectoria es también objeto de un debate académico perenne (David, 1985, 1997; Liebowitz, S & Margolis, 1990), a menudo alimentado, se ha reclamado (por ejemplo Arthur 2013), por las diferencias ideológicas.  Como Arthur dice, el debate sobre la sub-optimalidad o no del diseño del teclado QWERTY (ampliamente citado como caso paradigmático de dependencia de la trayectoria en acción) "obviamente no se trata sobre los teclados.  Es sobre una ideología, esta sobre el caso libertario de que el mercado nos guía hacia el resultado correcto (Arthur 2013, p.1187).
De manera importante, aunque mucha de la literatura se ha centrado en los resultados negativos producto del encierre, y de cómo se puede evitar, también es el caso de que un cierto grado de encierre es, en muchos casos es inevitable, y no necesita llevar siempre connotaciones negativas.  Como Walker señala:

"en los complejos campos de la tecnología, los compromisos pueden llegar a ser - y tienen que llegar a ser - multiformes, extensos y enredados.  De lo contrario, nada puede suceder.  Esto da lugar a una situación inevitable: el acto mismo de 'atrincherar' compromisos hace que las sociedades y sus instituciones sean vulnerables al atrapamiento.  El encierre no solamente existe, es un una faceta esencial pero peligrosa de la compleja innovación infraestructural " (Walker 2000, P.834).

Dada la necesidad de un cierto grado de encierre, Shackley et. al. han argumentado a favor de una diferenciación del concepto desde el más profundo hasta el más ligero. En sus propias palabras

“El encierre en sí no es el problema; es más bien la profundidad del encierre lo que crea problemas porque el encierre más profundo reduce la flexibilidad y aumenta el ‘costo de error' (es decir, el costo de una decisión que resulta estar basada en el entendimiento incorrecto) y debe ser evitado" (Shackley y Thompson 2011, p.101).

                                                                           
"es el caso de que un cierto grado de encierre es, en muchos casos inevitable, y no necesita llevar siempre connotaciones negativas.  Como Walker señala:

"en los complejos campos de la tecnología, los compromisos pueden llegar a ser - y tienen que llegar a ser - multiformes, extensos y enredados.  De lo contrario, nada puede suceder.  Esto da lugar a una situación inevitable: el acto mismo de 'atrincherar' compromisos hace que las sociedades y sus instituciones sean vulnerables al atrapamiento.  El encierre no solamente existe, es un una faceta esencial pero peligrosa de la compleja innovación infraestructural " (Walker 2000, P.834).

Dada la necesidad de un cierto grado de encierre, Shackley et. al. han argumentado a favor de una diferenciación del concepto desde el más profundo hasta el más ligero. En sus propias palabras


“El encierre en sí no es el problema; es más bien la profundidad del encierre lo que crea problemas porque el encierre más profundo reduce la flexibilidad y aumenta el ‘costo de error' (es decir, el costo de una decisión que resulta estar basada en el entendimiento incorrecto) y debe ser evitado" (Shackley y Thompson 2011, p.101)."

Similarmente Stirling se refiere a una forma "más suave, más rutinaria" de encierre o ‘momentum’ que consiste en "redes complejas de factores técnicos, operativos, financieros, regulatorios, educativos, culturales y de comportamiento" y señala que esto es generalmente visto como un elemento esencial para el desarrollo exitoso de las tecnologías nuevas (Stirling 2008).  De hecho, la idea de la "gestión estratégica de nicho" (Kemp et al. 1998) con miras de ayudar a inducir una transición socio-técnica hacia la sostenibilidad, puede ser considerada como el proceso de lograr una meta deseada por medio de facilitar un grado de encierre en torno a una  tecnología nueva que se desea mediante la protección de un nicho en el que se pueda desarrollar.  En otra palabras, al "crear un poco de irreversibilidad en la dirección correcta” (Rip y Kemp 1998, p.391).

A pesar de la permanencia implícita en la metáfora del encierre, varios debates han puesto de relieve que el término ‘encierre’ no debe tomarse demasiado literalmente, y no puede entenderse como una condición permanente (Melosi 2005).  Por ejemplo algunos autores han puesto de relieve que la opinión propia sobre si una tecnología esta 'encerrada' depende sustancialmente en la escala de tiempo sobre la que se examina el proceso (por ejemplo, Vergne y Durand sugieren que podría decirse que "la historia no importa” en la batalla citada frecuentemente entre el VHS y Betamax, porque al largo plazo los dos quedaron obsoletos, dando paso a la utilización de los DVD) (Vergne y Durand 2010, p.748).  Una conceptualización que sirve útilmente para enfatizar los procesos (en lugar del estado estático que sugiere el término ‘encierre’ [lock-in]) es la de las 'irreversibilidades emergentes’ (Rip y Kemp 1998; Robinson y Propp 2008).  Estas pueden pensarse como conflictos socio-técnicos que con el paso del tiempo permiten y limitan alineaciones y actividades de  personas instituciones y artefactos.

"algunos autores han puesto de relieve que la opinión propia sobre si una tecnología esta 'encerrada' depende sustancialmente en la escala de tiempo sobre la que se examina el proceso (por ejemplo, Vergne y Durand sugieren que podría decirse que "la historia no importa” en la batalla citada frecuentemente entre el VHS y Betamax, porque al largo plazo los dos quedaron obsoletos, dando paso a la utilización de los DVD) (Vergne y Durand 2010, p.748). "

El debate también rodea al papel que juega la contingencia contra la agencia (capacidad de acción) de actores en los procesos de dependencia de la trayectoria o encierre (Garud, Kumaraswamy, y Karnøe, 2010; Vergne y Durand, 2010). Por ejemplo, Garud et al., argumentan en contra de lo que ven como nociones fatalistas de agencia implícitas en las versiones aplicadas comúnmente de dependencia de la trayectoria en la que "los actores quedan ‘encerrados' por mecanismos de auto-refuerzo a trayectorias cuya evolución está determinada por contingencias (eventos al azar).  Una vez encerrados, los actores no pueden salir a menos de que ocurran impactos exógenos” (Garud et al., 2010, p. 760).  Sin embargo, también argumentan que la noción ‘heroica’ de agencia que se encuentra en los modelos más empresariales en la que “los actores son impulsado por 'una lógica de control’ a efectuar a través de procesos complejos" también es inapropiado.  Esto ha llevado a estos autores a acuñar el término ‘creación de trayectoria' (en lugar de  dependencia de la trayectoria), en el que la agencia se teoriza como “estar distribuida y emergente a través de las interacciones de actores y objetos que constituyen redes de acción" (p.761).  Del mismo modo, Ebbinghaus (2005) ha sugerido la necesidad de ir más allá de lo que él considera son interpretaciones demasiado “deterministas e inflexibles“ de la dependencia de la trayectoria, en favor de una comprensión más -en-desarrollo- de la dependencia de la trayectoria como la estructuración de opciones que proporcionen una base para teorizar no sólo la estabilización e inercia, sino también el potencial para lo que él llama ‘salida de la trayectoria’ y cambio institucional.

Las nociones simplistas de una progresión lineal desde el desarrollo inicial hasta el final de una tecnología a medida que pasa a través de etapas definidas de dependencia de la trayectoria hasta llegar al encierre, también han sido cuestionadas.  Por ejemplo, Liebert y Schmidt (Liebert y Schmidt 2010), sostienen que "no hay un orden linear del tiempo como presupuesto por el dilema [formulado por Collingridge] y su teoría clásica de innovación lineal”.   Ellos llegan a sugerir entonces  que  aunque “la dimensión temporal del dilema de Collingridge podría en realidad existir ...los procesos son más multifacéticos, no-lineales, complejos e interactivos de lo que el dilema presupone.“ (pág. 67).  Otros han criticado la noción de la existencia de un 'momento adecuado' para influir en el desarrollo tecnológico.  Como Nordmann dice, "[e]l considerar esto como un dilema es equivalente a ver el presente como un obstáculo que puede y debe ser superado" (Nordmann 2010, p.10).  Del mismo modo, Garud  et al han puesto de relieve que ‘puntos de partida’ para el análisis de procesos dependientes- en la-trayectoria no son evidentes, porque "el pasado, el presente y el futuro están entrelazados, con actores que juegan un papel activo en la determinación de qué partes del pasado les gustaría movilizar en apoyo de sus propios futuros imaginados" (Garud, Kumaraswamy, y Karnøe, 2010, p. 763).


Evaluación: desafíos metodológicos genéricos

Aunque en un sentido importante, toda evaluación tecnológica comparte una preocupación con los posibles impactos futuros del desarrollo socio-técnico, la imprevisibilidad del futuro en sí mismo llevó a Collingridge a denunciar lo que él llamó el ‘enfoque prediccionista' (la idea de que lo que se necesita para evitar el encierre dañino es simplemente mejores herramientas de previsión), diciendo que esta era una forma errónea de entender el problema, ya que "los efectos nocivos de una tecnología solamente pueden ser identificados después de que esta ha sido desarrollada y difundida" y que “un montón de factores desconocidos van a permanecer” (Collingridge 1980, p17).  Del mismo modo, Guston y Sarewitz se refieren a lo que ellos llaman una ‘verdad central’  sobre el desarrollo y la proliferación de la tecnología en la sociedad, es decir, “que este proceso es altamente impredecible, y por lo tanto no está sujeto a la gobernanza anticipatoria” (Guston y Sarewitz, 2002, p. 96).  Ellos llegan a argumentar que a pesar de que la predicción de las consecuencias sociales de una tecnología podría ser deseable, este objetivo:

"jamás será alcanzado plenamente, porque las consecuencias emergen no de los atributos estáticos de una tecnología completamente formada, sino a partir de la compleja co-producción que simultánea y continuamente moldea a ambos tecnología y contexto social"  (Guston y Sarewitz 2002, p.98).

" Ellos llegan a argumentar que a pesar de que la predicción de las consecuencias sociales de una tecnología podría ser deseable, este objetivo:

"jamás será alcanzado plenamente, porque las consecuencias emergen no de los atributos estáticos de una tecnología completamente formada, sino a partir de la compleja co-producción que simultánea y continuamente moldea a ambos tecnología y contexto social"  (Guston y Sarewitz 2002, p.98)."

Los desafíos metodológicos no están limitados al análisis del posible encierre futuro.  La recopilación de datos empíricos sobre pasados desarrollos tecnológicos para apoyar la teoría de la dependencia de la trayectoria es igualmente desafiante.  Mientras que los intentos a predecir la dependencia de la trayectoria y el potencial encierre futuro, llegan a encontrarse frente al límite ontológico, los estados futuros están abiertos al cambio y en muchos casos son incognoscibles (Liebert y Schmidt 2010), llevar a cabo el análisis empírico de procesos supuestamente dependientes de la trayectoria en el pasado se enfrenta al problema de no ser capaz de probar la hipótesis alternativa (Cowan y Foray 2002), es decir, la imposibilidad de reunir material empírico para establecer una comparación "entre el estado actual del mundo y de lo que el mundo sería ahora si se hubiera seguido una trayectoria diferente" (Cowan y Gunby 1996).  De hecho, se ha argumentado que "[e]n la mayoría de la investigación de estudio de caso, la teoría de la dependencia de la trayectoria es simplemente infalsificable' (Vergne 2013, p.1192). Teniendo en cuenta estos desafíos temporales, hay un número de metodologías que enfocan el análisis sobre el momento presente.  Uno de tales enfoques es el uso de indicadores de flexibilidad para evaluar la probabilidad o no de una determinada tecnología para quedar ‘encerrada’. Por ejemplo, Shackley y Thompson (2011) sostienen que:

"la (in)flexibilidad [t]ecnológica puede ... ser utilizada como una medida proxy de bajo (alto) encierre.  La idea fundamental aquí es que, a pesar de que el encierre es inevitable (y necesario), podemos hacer algo sobre la profundidad del encierre; entre más flexibles son las tecnologías constituyentes,  más superficial es el encierre” (Shackley y Thompson, 2011, p. 112).

"la (in)flexibilidad [t]ecnológica puede ... ser utilizada como una medida proxy de bajo (alto) encierre.  La idea fundamental aquí es que, a pesar de que el encierre es inevitable (y necesario), podemos hacer algo sobre la profundidad del encierre; entre más flexibles son las tecnologías constituyentes,  más superficial es el encierre” (Shackley y Thompson, 2011, p. 112).

El conjunto original de indicadores de flexibilidad de Collingridge (1980, 1992) incluye: la alta intensidad de capital; largo tiempo de espera, desde la concepción hasta la realización; gran escala de la unidad de producción en relación al sector; necesidad de grandes infraestructuras; afirmaciones exageradas sobre el rendimiento; y arrogancia.  Él sostuvo que entre más de estos indicadores están presentes en lo que respecta a una tecnología específica, más debe la sociedad ser cautelosa en comprometerse con la adopción de esa tecnología.  Otros han modificado o añadido a esta lista, por ejemplo, Shackley y Thompson también añaden varios de los que ellos denominan como ‘indicadores de organización’, incluyendo el cierre a las críticas y las ‘organizaciones de misión única'.  Similarmente la Comisión Real sobre el informe de la Contaminación Ambiental en la Nanotecnología (RCEP, 2008) hace uso de los indicadores de Collingridge, y añade un indicador adicional de irreversibilidad en la forma de que tanto como si o no una tecnología implica la liberación incontrolada de sustancias en el medio ambiente.

"El conjunto original de indicadores de flexibilidad de Collingridge (1980, 1992) incluye: la alta intensidad de capital; largo tiempo de espera, desde la concepción hasta la realización; gran escala de la unidad de producción en relación al sector; necesidad de grandes infraestructuras; afirmaciones exageradas sobre el rendimiento; y arrogancia.  Él sostuvo que entre más de estos indicadores están presentes en lo que respecta a una tecnología específica, más debe la sociedad ser cautelosa en comprometerse con la adopción de esa tecnología.  Otros han modificado o añadido a esta lista, por ejemplo, Shackley y Thompson también añaden varios de los que ellos denominan como ‘indicadores de organización’, incluyendo el cierre a las críticas y las ‘organizaciones de misión única'.  Similarmente la Comisión Real sobre el informe de la Contaminación Ambiental en la Nanotecnología (RCEP, 2008) hace uso de los indicadores de Collingridge, y añade un indicador adicional de irreversibilidad en la forma de que tanto como si o no una tecnología implica la liberación incontrolada de sustancias en el medio ambiente."

Mientras que el uso de indicadores se ha aplicado utilmente, una crítica sobre este enfoque es que - aparte de la implícita deseabilidad normativa de corregibilidad o flexibilidad en el desarrollo socio-técnico - hay poco espacio para lo que se podría considerar como direcciones socialmente deseables para el cambio.  Este es un desafío genérico para la evaluación de los procesos de la dependencia de la trayectoria y el encierre, es decir, que, si bien este tipo de evaluación de la tecnología por lo general se entiende como que es un proyecto normativo explícito (Collingridge1980), ya que representa un intento para "anticipar y mitigar los impactos negativos de las intervenciones humanas” (Guston y Sarewitz, 2002, p. 95), el trabajo en esta área pronto se encuentra con el problema de que los valores no siempre son compartidos.  No siempre es el caso de que "un conjunto inequívoco de objetivos sociales puede ser enunciado.  En realidad, las sociedades incorporan y expresan muchos objetivos diferentes (a veces contradictorios), cuya importancia puede cambiar con el tiempo y van a diferir entre las personas” (Rip y Kemp 1998, P.372).  En efecto los desarrollos tecnológicos puede incluso cambiar las normas sociales por las que sus impactos han de ser juzgados, pueden "transformar nuestra propia concepción del ser humano, de la prosperidad humana, y de la relación adecuada entre los seres humanos y la naturaleza" (Barry 2010, p.170).  Dado que existen valores múltiples y visiones diferentes de los futuros deseados, existen varias direcciones posibles para lo que constituye el ‘progreso’ tecnológico deseable.  Por ejemplo, como lo dice Brown (2003):

“El futuro - y su concepto-metafísico asociado de ‘progreso’ - surge a través de un campo inestable de la lengua, la práctica y la materialidad en la que diferentes grupos compiten por el derecho a representar desarrollos cercanos y lejanos temporalmente.  Y al igual que cualquier otro campo impugnado, los actores se involucran en tal lucha con un acceso desigual a los recursos con los que los futuros son construidos.” (Brown 2003, p.13)

Estas cuestiones plantean interrogantes fundamentales sobre el papel de la evaluación. Tradicionalmente, mucha de la evaluación de tecnologías se ha centrado principalmente en la noción de riesgo, utilizando métodos analíticos dirigidos por expertos, como el análisis de costo-beneficio, y evaluación de riesgos.  Sin embargo, la incapacidad de estos enfoques para determinar la conveniencia de una dirección determinada de desarrollo, o para operar en situaciones de incertidumbre, ignorancia o ambigüedad ha sido objeto de la continua crítica académica. Por ejemplo Stirling argumenta:

“Dónde existen valores e intereses socio-políticos divergentes, es una hallazgo fundamental en la teoría axiomática de la elección racional que no puede existir - ni siquiera en principio - ningún medio puramente analítico definitivo para reconciliar los órdenes de preferencia contrastantes que resultan (Arrow 1963; Kelly 1978).  Esto refuta el valor de los resultados cuantitativos agregados producidos de forma rutinaria en la evaluación social mediante métodos como el análisis de costo-beneficio, la teoría de evaluación de riesgos y decisión” (Stirling 2009, p.25).

Una conceptualización demasiado estrecha de la tecnología como algo separado de la sociedad también ha sido objeto de la crítica que ha llamado la atención sobre las características híbridas de la tecnología, incorporando elementos sociales y discursivos, y de la importancia de la deliberación social en torno a la forma y la dirección que las tecnologías toman, en lugar de simplemente hacer esfuerzos para minimizar los impactos.  Como lo señalan Macnaghten y sus colegas, a menudo:

“la literatura académica ha enmarcado la tecnología como ‘en una caja negra' y bien definida, con una lógica asocial independiente que resulta en ‘impactos’ o ‘efectos’.  Las cuestiones sociales son a menudo enmarcadas estrechamente como  cuestiones de ‘impactos’ o ‘riesgo’, poniendo el sitio de la investigación en ciencias sociales con firmeza  ‘corriente abajo’ (subsiguiente a) de los procesos de innovación" (Macnaghten et al. 2005, p.268)

Como resultado a esta concientización sobre el carácter social de la tecnología, la pluralidad de las direcciones posibles del ‘progreso’ y las profundas implicaciones para la sociedad y la democracia de la elección de vías de desarrollo particulares  en lugar de otras, ha habido un giro hacia una mayor transparencia y reflexividad en los procesos de evaluación tecnológica como lo demuestra el desarrollo de enfoques, como ‘TA  en tiempo real' (Guston y Sarewitz 2002),' TA constructivo" (Rip et al. 1995) y TA participativo (Joss 2002).  Un componente importante de estos enfoques es la necesidad de una evaluación iniciada en un momento 'corriente arriba' (precedente) (Nordmann 2010; Macnaghten et al. 2005), en lugar de limitarse a considerar ‘impactos’ corriente abajo,  y para examinar los diferentes tipos de visiones del futuro incrustadas en determinadas ideas sobre las tecnologías emergentes, un esfuerzo a veces referido como evaluación expectativa o visión (Grunwald 2007; Lucivero et al. 2011), o ‘forense del deseo' (Nordmann 2010).


Evaluación: desafíos específicos a la geoingeniería

Al momento una serie de proyectos multidisciplinarios con múltiples socios, están en marcha con el mandato de evaluar propuestas de geoingeniería, incluyendo la Evaluación Integrada de Propuestas de Geoingeniería (IAGP por sus siglas en inglés) y la Comisión Europea de Evaluación Trans-disciplinaria de Ingeniería Climática (EUTrace por su acrónimo en inglés), y un creciente cuerpo de trabajos pertinentes a la evaluación de los conflictos socio-técnicos y geoingeniería, incluyendo los esfuerzos para rastrear la historia del surgimiento del campo (Fleming 2006), y para mapear la extensión actual de los trabajos en esta área (Belter y Seidel 2013), o para explorar posibles escenarios futuros en los que se presentan tecnologías de geoingeniería (Banerjee et al. 2013). 

Además de los desafíos genéricos de la evaluación de las tecnologías y el estudio de los procesos de conflictos socio-técnicos expuestos anteriormente, hay un número de características que hacen que la evaluación de la geoingeniería sea particularmente difícil, incluyendo las dificultades planteadas por la ambigüedad inherente al término geoingeniería; la diversidad de tecnologías que se discuten en la actualidad usando esta terminología y las diferentes formas en que varios actores han intentado categorizarlas; y la variedad de enmarcaciones existentes de la geoingeniería.  

Por ejemplo, mientras que muchos autores se refieren a la definición de geoingeniería de la Real Sociedad como la "intervención deliberada a gran escala en el sistema climático de la Tierra, con el fin de moderar el calentamiento global” (Shepherd et al. 2009, p.ix), el término todavía es impugnado, con algunos autores sugiriendo que el término necesita ser desglosado (Heyward 2013), que es muy ambiguo (Edenhofer et al. 2011) o que otros términos tales como ‘remediación climática’ (Long et al 2011;. D. Sarewitz 2011) o 'gestión del clima' (Michaelson 2013) podrían ser más apropiados.  La diversidad de enfoques subsumidas dentro del término general 'geoingeniería' asimismo plantea cuestiones importantes para la evaluación, y ha sido conducto a llamadas a que los diferentes enfoques sean analizados de forma individual (Hulme 2012), o a intentos a agrupar los enfoques en tipos particulares - como la muy usada distinción Gerencia de la Radiación Solar (SRM por sus siglas en inglés) / Remoción de Dióxido de Carbono (CDR por sus siglas en inglés) (Shepherd et al 2009.) - Y llevar a cabo el análisis con respecto a estas categorías.  Rayner ha sugerido que la taxonomía de CDR / SRM podría mejorarse al distinguir técnicas que implican la llamada 'mejora de ecosistemas' aparte de las que se describen como ‘ingeniería de caja negra’.  'La primera se refiere a las tecnologías que ‘estimulan o mejoran los procesos naturales' (Rayner 2011, p.4), tales como la fertilización del océano con hierro o la inyección de aerosoles estratosféricos, mientras que el segundo se refiere a técnicas como la captura directa del aire o espejos espaciales.  Otra sistema de clasificación esboza una distinción ética entre los enfoques que tratan de remediar o limpiar los daños, tales como la captura directa del aire (etiquetado como ‘geo-remediación’), y las que tienen por objeto ‘conducir alrededor o reparar daños anticipados’, tales como la inyección de aerosoles estratosféricos, etiquetado como 'geo-dirección' (Hale 2013, p.201).

La variedad de los diferentes sistemas de clasificación indica que ninguna tipología puede considerarse como definitiva o absoluta.  Estas luchas en torno a la asignación de nombres y tipología de un campo son mucho más que semánticas solamente, y muchos trabajos en las ciencias sociales y políticas ha hecho hincapié en el hecho de que el acto de nombrar es una forma importante en la que opera el poder (Escobar 1998; Bourdieu 1991).  Con respecto a la designación de una disciplina o campo académico, trabajos que examinan la aparición de campos distintivos de ‘nanotecnología’ (Robinson 2010), y ‘biología sintética’ (Molyneux-Hodgson & Meyer 2009) han demostrado que el acto de denominar es crucial para la unión de una ‘comunidad de práctica’  (Wenger 1998) en un ámbito particular.  Esta delimitación de un campo nombrado tiene importantes consecuencias materiales y políticas, ya que “rinde más visibles, más poderosos, y aumenta el potencial de atraer fondos para, ciertas formas de trabajo” (Molyneux-Hodgson & Meyer 2009, p.136).  Trayectorias de investigación, existentes, previamente desconectadas pueden luego relacionarse con la nueva etiqueta en diferentes maneras - ya sea que busquen activamente incorporarse o que afirmen un carácter distintivo.  En el caso de la geoingeniería, la investigación existente en diversas áreas como el modelado del clima, la física de las nubes, los aerosoles, la silvicultura o la ciencia del suelo podría, desde determinados puntos de vista considerarse 'investigación en geoingeniería’, pero la cohesión de un 'campo' singular no se puede asumir.  Esto sirve para destacar la necesidad de una evaluación o la consideración de conflictos socio-técnicos para abordar críticamente el término en sí, para descentrar el análisis (compárese con Carolan 2010).

"la investigación existente en diversas áreas como el modelado del clima, la física de las nubes, los aerosoles, la silvicultura o la ciencia del suelo podría, desde determinados puntos de vista considerarse 'investigación en geoingeniería’"


Una parte importante de este proceso de abordar críticamente la etiqueta de la geoingeniería es el trabajo analítico discursivo examinando las enmarcaciones de la geoingeniería.  Se han llevado a cabo un número de tales estudios, destacando las formas importantes en que están surgiendo enmarcaciones (o se están utilizando estratégicamente) e impactando en el desarrollo de la geoingeniería como un 'campo' distintivo (Nerlich y Jaspal 2010; Sikka 2012; Luokkanen, Huttunen y Hildén 2013; Porter & Hulme 2013; Scholte et al. 2013; Luokkanen, Huttunen, Hilden, et al. 2013; Buck 2010).  Bellamy et al (2012), en particular, ha ilustrado las formas en el que la elaboración de la evaluación y la evaluación en sí son formas poderosas en el que se pueden producir procesos particulares de ‘encierre cognitivo’,  y llaman atención a la forma en que hasta la fecha muchas evaluaciones de geoingeniería han creado una elección artificial entre tecnologías al enfocar estos planteamientos en aislamiento contextual, en lugar del contexto de cartera más amplia de opciones para hacer frente al cambio climático.

La existencia de diversos encuadres de la geoingeniería está relacionada con la existencia de diversos valores sociales en este ámbito.  Como se ha mencionado, toda evaluación de tecnología se enfrenta al desafío de incorporar y responder a la diversidad de objetivos y valores sociales, y esta cuestión es particularmente relevante para la evaluación de las tecnologías de geoingeniería, y se enlaza a los más amplios debates sobre el papel de la evaluación tecnológica y la evaluación en sí - es decir, que tiene que ser participativa, deliberativa, reflexiva, embebida, etc., con el fin de ser capaz de reflejar estas pluralidades y de hecho para evitar reforzar procesos de dependencia de la trayectoria particulares.  Obtener e incorporar las opiniones y las percepciones públicas de la geoingeniería en los mecanismos de gobernanza es claramente de crucial importancia para cualquier proceso de evaluación (Adam Corner et al 2012;. Pidgeon et al. 2012; Poumadère et al. 2011; Macnaghten y Szerszynski 2013), y sin embargo el mismo acto de abordar a los públicos con el tema de la geoingeniería está, en sí lleno con el potencial para alimentar los procesos dependencia de la trayectoria.

Otra enmarcación que la evaluación tiene que abordar críticamente, es la de las tecnologías de geoingeniería como ‘novedosas’ o en una etapa temprana.  Por ejemplo, trabajos de historia sobre el clima y la modificación del clima ha puesto de manifiesto que la supuesta novedad de estas ideas no siempre resiste el análisis (Fleming 2010; Fleming 2006), sino que son la manifestación más reciente en una larga historia de intentos de controlar el clima.  Con respecto al estudio del encierre potencial, la idea de que la humanidad se encuentra actualmente en la frontera del desarrollo tecnológico o en una etapa ‘corriente arriba’, e incluso la idea de evaluar el encierre potencial en el futuro podría reforzar esta idea de novedad, o actuar para obscurecer ciertas lecciones de la historia.  También es el caso que, si bien muchos de los esquemas que se discuten no se han intentado hasta la fecha, la historia está repleta de ejemplo de desarrollos socio-técnicos en otras áreas que pueden ser relevantes para comprender los posibles patrones de desarrollo en la geoingeniería.  El uso de análogos históricos para examinar los posibles patrones sociales de las respuestas a la innovación tecnológica ha sido llevado a cabo con respecto a un número de tecnologías (J. Watson, Kern, y Nils Markusson 2013).  Es evidente que la elección de la analogía en cada caso es crucial: como Walker señala, la generalización de determinados casos históricos de desarrollo tecnológico deben ser abordados 'con cautela, ya que las historias de todas las tecnologías son sui generis en considerable grado en que existe una gran complejidad’ (Walker 2000, 845).  Con respecto a la geoingeniería, un número de análogos se han sugerido, incluyendo la modificación del estado del tiempo (Travis n.d.), la nanotecnología, la biología molecular, y ciencia nuclear (Bracmort y Lattanzio 2013), analogías ecológicas tales como la del uso del control biológico (Matthews y Turner 2009), o la intervención humana en otros ciclos naturales como el ciclo del nitrógeno (Morton 2013).  Mientras que algunos trabajos en este campo se han llevado a cabo, el uso de análogos para comprender mejor los procesos sociales probables en efecto en los diferentes tipos de intervenciones de geoingeniería probablemente sea útil.

"Otra enmarcación que la evaluación tiene que abordar críticamente, es la de las tecnologías de geoingeniería como ‘novedosas’ o en una etapa temprana.  Por ejemplo, trabajos de historia sobre el clima y la modificación del clima ha puesto de manifiesto que la supuesta novedad de estas ideas no siempre resiste el análisis (Fleming 2010; Fleming 2006), sino que son la manifestación más reciente en una larga historia de intentos de controlar el clima.  Con respecto al estudio del encierre potencial, la idea de que la humanidad se encuentra actualmente en la frontera del desarrollo tecnológico o en una etapa ‘corriente arriba’, e incluso la idea de evaluar el encierre potencial en el futuro podría reforzar esta idea de novedad, o actuar para obscurecer ciertas lecciones de la historia."


Sección 4. Objetivos del taller
Dada la magnitud y las implicaciones de largo alcance de muchas de las intervenciones discutidas en términos de geoingeniería, y el crecimiento del interés académico y político en esta área, la discusión de temas relacionados con irreversibilidades emergentes de varios tipos es oportuna y crucial.  A pesar de los muchos retos genéricos y de los más específicos que enfrenta la evaluación de los procesos de dependencia de la trayectoria y formas de encierre potencial en el campo de la geoingeniería, los marcos teóricos de dependencia de la trayectoria y encierre, y el material empírico extraído de experiencias con otros desarrollos socio-técnicos probablemente tendrán mucho que ofrecer.  Éste taller, ha sido dirigido por el proyecto de Gobernanza de la Geoingeniería Climática, dirigido a reunir a destacados académicos y demás:

• Para examinar los conocimientos adquiridos por y las limitaciones a la aplicación de marcos de dependencia de la trayectoria y encierre a los estudio de las tecnologías emergentes de geoingeniería.

• Para reunir a académicos de diversas experiencias disciplinarias (incluyendo aquellos que no se dedican actualmente a la investigación de geoingeniería) a reexaminar los conceptos de dependencia de la trayectoria y el encierre a través del lente de la geoingeniería.

• Para Generar debate sobre los métodos posibles para evaluar la probabilidad de encierre de diversos tipos de tecnologías de geoingeniería

• Para resaltar áreas fructíferas para la investigación futura

"Dada la magnitud y las implicaciones de largo alcance de muchas de las intervenciones discutidas en términos de geoingeniería, y el crecimiento del interés académico y político en esta área, la discusión de temas relacionados con irreversibilidades emergentes de varios tipos es oportuna y crucial."




Quienes son:
Sobre nosotros:   El proyecto Gobernanza de Geoingeniería Climática (The Climate Geoengineering Governance project) (http://geoengineering-gobierno-research.org ) es un proyecto de investigación colaborativa que se lleva a cabo por las Universidades de Sussex, Oxford y UCL, que tiene como objetivo proporcionar una base oportuna para la gobernanza de la geoingeniería a través de la investigación robusta sobre las implicaciones éticas, legales, sociales y políticas de una gama de enfoques de geoingeniería. Es financiado por el Consejo Económico y Social de Investigación (ESRC por sus siglas en inglés)  y el Consejo de Artes y Humanidades de Investigación (AHRC por sus siglas en inglés), y se ejecutará entre julio 2012 y septiembre 2014.



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Vea el artículo completo en inglés: En la página web de
Geoengineering Governance Research

Geoengineering: issues of path-dependence and socio-technical lock-in
Rose Cairns (SPRU – Science and Technology Policy Research)1

El artículo final fue publicado en línea por primera vez: 27 JUN 2014
DOI: 10.1002/wcc.296



Otras lecturas:

Una explicación del cambio tecnológico basada en el concepto de dependencia de trayectoria

Sergio F. Martínez
http://revistas.ucr.ac.cr/index.php/filosofia/article/view/7418/7089


Dependencia del camino (wikipedia)

La dependencia del camino (calco semántico del inglés path dependence o path dependency) o "trayectorias dependientes" se dan cuando el resultado de un proceso depende de la entera secuencia de decisiones tomadas por los actores y no sólo de las condiciones del momento. Un concepto similar es la histéresis, una propiedad de los sistemas cuyo estado depende de su historia inmediata. Estos principios aluden a la importancia del pasado para la comprensión de las ciencias naturales y sociales.

La teoría de las trayectorias dependientes fue utilizada por vez primera por economistas, en especial aquellos que trabajaban en el ámbito de la economía evolutiva.1 En ésta rama se plantea que las decisiones tecnológicas del pasado influyen en los desarrollos futuros.2

Existen modelos y ejemplos empíricos en los que los procesos económicos no progresan hacia un único punto de equilibrio predeterminado, de tal modo que la naturaleza de cualquier equilibrio depende en parte del modo por el que se llega al mismo. El resultado de un proceso de trayectoria dependiente a menudo no convergerá hacia el lugar esperado. Esta visión dinámica de la evolución económica es muy diferente a la de la tradición neoclásica de la economía, que en su forma más simple da por sentado que sólo existe un punto de equilibrio al que se puede llegar, independientemente de las condiciones iniciales o de los eventos transitorios. Según la teoría de la dependencia del camino, tanto el punto inicial como los eventos accidentales (noise, lit. ruido) tienen efectos significativos sobre el resultado final.

Los mecanismos de retroalimentación favorable (positive feedback) como el efecto de apuntarse al carro del ganador ('bandwagoning o del polizón) se encuentran en el origen de la trayectorias dependientes. Estos mecanismos contribuyen a reforzar un patrón preexistente. La estandarización espontánea se puede observar en otras muchas situaciones. Un ejemplo clásico lo constituyen las normas de tráfico: mientras que en la mayoría de los países se conduce por la derecha y los vehículos llevan el volante a la izquierda, en el Reino Unido y otros países que formaron parte del Imperio británico se conduce por la izquierda, y los vehículos llevan el volante a la derecha. Técnicamente ambas opciones son equivalentes. La elección inicial por conducir por uno de los lados en concreto pudo ser accidental, pero permanece como legado en cada uno de los países. Una vez que la convención social aparece, se hace permanente, en parte debido a los elevados costes de transacción que implica su cambio.

Otro ejemplo es el desarrollo tecnológico de los reproductores de video magnetoscopios de uso doméstico. Hay quien cree que errores de gestión y pequeñas elecciones relativas al diseño condujeron al fracaso del formato Betamax de Sony en su lucha por el mercado contra el formato VHS en la década de 1980. Dos mecanismos pueden contribuir a explicar cómo la pequeña ventaja del VHS se fue agrandando a lo largo del tiempo. La primera es el efecto Bandwagoning entre los fabricantes de vídeos domésticos de Estados Unidos y Europa, que se cambiaron porque esperaban que el VHS saliera victorioso en la batalla por el estándar. El segundo es la externalidad asociada a que las tiendas de alquiler de películas de vídeo observaron que había más clientes que tenían un aparato VHS y, en consecuencia, alquilaban más filmes en este formato, lo cual a su vez condujo a que más y más gente adquiriera reproductores de formato VHS, hasta que los productores se dedicaron exclusivamente a producir el VHS. Una explicación alternativa, sería decir que el VHS estaba mejor adaptado a las demandas del mercado y que la dependencia de camino no tuvo nada que ver con su éxito (de hecho, el formato Beta llegó al mercado antes) y hay bastantes razones para creer que esto fue así.

En la ciencia política se utilizó en un inicio para el estudio comparativo de las políticas sociales del Estado de bienestar.3 En la actualidad Se aplica también al estudio comparativo de otras políticas públicas. "El enfoque de path dependence busca analizar las trayectorias que siguen las políticas públicas a partir de sus pautas de origen, bajo la premisa de que éste marca su posterior desarrollo, a lo largo de las diversas coyunturas críticas en que son revisadas o ajustadas".4


   1.  Richard R. Nelson and Sidney G. Winter. 1982. An Evolutionary Theory of Economic Change. Cambridge, Massachusetts: The Belknap Press of Harvard University Press.
  
2. Amengual Matas R. Rubén, "Bielas y álabes 1826-1914", Madrid.
   
3. Pierson, Paul (2000). “Increasing Returns, Path Dependence, and the Study of Politics”, en The American Political Science Review, vol. 94, núm. 2, junio. Washington: The American Political Science Association.
   
4. Fernández, F. R. Teresa Incháustegui Romero Edith Olivares Ferreto. "Del dicho al hecho. Análisis y evaluación de la política de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia en México (2000-2009)"
http://es.wikipedia.org/wiki/Dependencia_del_camino

 La dependencia del camino, Ilustración, Ciencias económicas, Historia, Ciencias sociales, Otros ejemplos
http://centrodeartigo.com/revista-digital-webidea/articulo-revista-1367.html

Thursday, September 18, 2014

Safety First! Framing and Governing Climate Geoengineering Experimentation (Excerpt)

This is a new and interesting paper on the GGR website:

"Experiments for technology proposals to deliberately intervene in the Earth’s climate system to moderate anthropogenic climate change, collecitively known as geoengineering, have begun."

                                                         -----------------------

"Different conceptualisations of ‘participation’ were also present amongst the corpus publications, despite a general agreement that a ‘let’s engage people’ attitude was favourable. With reference to Arnstein’s (1969) influential ‘ladder of participation’, the objective to ‘consult and inform’ people on geoengineering experimentation suggests conceptualisations of participation in decision making that constitute at best ‘degrees of tokenism’ through ‘informing’, ‘consulting’ or ‘placating’, and at worst ‘nonparticipation’ through ‘manipulation’ or ‘therapy’. Whilst most perspectives on participation amongst the corpus publications would favour so–called degrees of tokenism, ‘manipulation’ can also be sought through explicit (e.g. HOME) or implicit (e.g. Mercer et al., 2011) framings that may inadvertently, tacitly or deliberately obscure commitments to securing particular outcomes, be they oppositional or supportive. Whilst the upper echelons of Arnstein’s ladder that call for ‘degrees of citizen power’ reveal a commitment to egalitarian conceptions of democracy in itself, the rationales for deliberation extend beyond the normative to substantive and instrumental ones too (Fiorino, 1990)."

                                                       --------------------------


Safety First! Framing and Governing Climate Geoengineering Experimentation
Rob Bellamy
Institute for Science, Innovation and Society, University of Oxford

Abstract
Experiments for technology proposals to deliberately intervene in the Earth’s climate system to moderate anthropogenic climate change, collec tively known as geoengineering, have begun. Recent controversies have demonstrated that they are more than simply a technical concern: they are political, social and ethical ones too. With more experiments planned, it is imperative that the ways in which such ambitions are understood and used by different participants in discourses on geoengineering are scruti nised by social science. For the first time, this article examines framings of geoengineering experimentation using a corpus approach to thematic discourse analysis. The analysis identifies eleven distinct framings with twenty–four distinct sub–frames under four thematic constructs:

knowledge, precaution, control and society. These framings are discussed in the light of research into divergent epistemic and institutional cultures.
The article concludes by offering a ‘clumsy’ solution space for geoengineering governance and climate response governance at large.

Introduction
experiment /ɪk′spɛrɪm(ə)nt/ n 1 a scientific procedure undertaken to make a discovery, test a hypothesis, or demonstrate a known fact. 1.1 a course of action tentatively adopted without being sure of the outcome. V 1 perform a scientific procedure, especially in a laboratory, to determine something. 1.1 try out new ideas or methods (Oxford English Dictionary).

In July 2012 one hundred tonnes of iron sulphate was released into the North Pacific Ocean off the western seaboard of Canada (Tollefson, 2012).

Those behind the release, the Haida Salmon Restoration Corporation, had done so in an attempt to stimulate the growth of phytoplankton. The reasons for this were twofold: first, to increase the declining local salmon population in support of fishing efforts from the Haida Gwaii archipelago;
and second, to sequester atmospheric carbon dioxide in order to sell carbon credits to companies seeking to offset their greenhouse gas emissions. This experiment in ‘ocean iron fertilisation’ was the latest in a string of such experiments testing the ‘iron hypothesis’ of carbon drawdown (Martin, 1990). Yet, it sparked controversy later that year when British newspaper The Guardian reported the ‘rogue’ incident as being in violation of two United Nations conventions (Lukacs, 2012). The furore was in large part due to the experiment’s conceptual intention: testing climate ‘geoengineering’.

Notwithstanding the long and chequered history of its antecedents (Fleming, 2010), the idea of deliberate, large–scale intervention in the Earth’s climate system has recently gained prominence as a possible response to anthropogenic climate change (Royal Society, 2009). Insufficient efforts to mitigate climate change through reductions in greenhouse gas emissions and the risk of a climate ‘emergency’ are two dominant problem definitions driving interest in ‘geoengineering’ technology (Bella my et al., 2012). Such concerns are used to justify geoengineering re search, and increasingly, experimentation (Royal Society, 2009; Novim, 5 2009). Geoengineering is not only limited to ocean iron fertilisation but subsumes a disparate array of technology proposals. These proposals can be broadly divided amongst those that seek to capture and sequester carbon dioxide from the atmosphere (‘carbon geoengineering’); and those that seek to reflect a proportion of sunlight away from the Earth (‘solar geoengineering’).

Most geoengineering proposals have so far undergone no experimentation beyond that in laboratories or through computational model ling. The most notable exception to this has been the inadvertent field experiments in ocean iron fertilisation carbon geoengineering that took place prior to the Haida Gwaii incident (Strong et al., 2009); of which there have been fourteen, including SOIREE (Boyd & Abraham, 2001) and LOHAFEX (Thiele et al., 2012). Yet, solar geoengineering experiments in enhancing the reflectivity of clouds at sea (‘marine cloud brightening’) and in injecting reflective sulphuric acid aerosol into the stratosphere (‘stratospheric aerosol injection’) have also begun. Much as with prior experiments in ocean iron fertilisation, those in marine cloud brightening have so far been inadvertent; that is to say, they were conducted to ex plore basic questions in our scientific understanding of Earth systems. For instance, whilst the Eastern Pacific Emitted Aerosol Cloud Experiment (E-PEACE), sought to address gaps in our knowledge of cloud perturbation processes (Russell et al., 2013), it has also shed light on the capacity for marine cloud brightening to produce cooling effects (Russell, 2012).

Experiments in stratospheric aerosol injection have been more purposeful. This is in no small part due to its increasingly hegemonic place in the field of geoengineering (Bellamy et al., 2012). Despite assessment findings to the contrary (Bellamy et al., 2013; Bellamy et al., in press), the proposal is peddled for its alleged effectiveness (Lenton & Vaughan, 2009), feasibility (Fox & Chapman, 2011), and low costs (Barrett, 2008).

To test this technology, scientists and engineers have turned to observe the behaviour of aerosols released by volcanoes in ‘natural’ experiments (Robock et al., 2013) and by releasing aerosols from helicopters (Izrael et al., 2009). A somewhat more ill–fated experiment attracted controversy after seeking to test delivery hardware as part of the Stratospheric Partircle Injection for Climate Engineering (SPICE) project (Cressey, 2012).

Had it not been indefinitely postponed due to an absence of governance and a conflict of interest in technology patenting, the test–bed would have seen the injection of water to a tropospheric height of 1km via a pipe and tethered balloon.

The level of intervention in the environment demanded by experimentation differs significantly between geoengineering proposals. Of course, experimentation with some less invasive proposals, such as direct air capture and storage of carbon dioxide, ‘can and should be encouraged without delay’ (Royal Society, 2009: 52). Other proposals, however, such as those discussed above with international, transboundary or commons implications, demand a much higher level of technical intervention. Yet, through controversy, experimentation with these proposals has already demonstrated that it is more than simply a technical concern: it is a political, social and ethical one too. With more experiments planned (Latham et al., 2012; Parson & Keith, 2013; Keith, 2013) it is vital that the ways in which such ambitions are understood and used by different participants in discourses on geoengineering are scrutinised by social science. Such re search will play an important role in developing principles for geoengineering governance (Rayner et al., 2013) and in supporting responsible research and innovation (Owen et al., 2013).

A number of scholars have already begun to examine understand ings and uses of ‘geoengineering’ more broadly both in the media and in academic and grey literature. Through discourse analyses of the ways in which social actors have chosen to organise and communicate, or ‘frame’ (Entman, 1993), geoengineering, social scientific research has revealed a variety of framings. In the media it was initially framed supportively, through ‘spectacle’ for its possible role as a solution to climate change (Buck, 2012), or as a remedy for climate change ‘catastrophe’ through three master metaphors: ‘the planet is a body’, ‘the planet is a machine’, and ‘the planet is a patient or addict’ (Nerlich & Jaspal, 2013). Media framings have since diversified, utilising frames on risk, governance and accountability, economics, morality, security and justice (Porter & Hulme, 2013); and war, controllability and health, in both support and opposition of geoengineering (Luokkanen et al., 2013). Further diversification since is argued to have opened up the societal debate on geoengineering through framings of ambivalence, avoiding catastrophe, pragmatism, norms and values, benefits for society, controversy, a techno–fix and of governance (Scholte et al., 2013).

Discourse analyses of academic and grey literature on geoengineering inherently contend with more substantive and detailed data sets than those of media publications. Yet, framings in the geoengineering assessment literature have been revealed to be less diverse, ‘closing down’ on particular problem definitions, knowledges and pathways (Bellamy et al., 2012). Discursive strategies in ‘philosophical exceptionalism’ and ‘market and the economy’ amongst scientific and political advocates of geoengineering have shown similar scope for closure (Sikka, 2012). The broader academic literature on geoengineering has been shown to hold somewhat more varied framings with emphases on ‘risk–benefit’, ‘governance’ and ‘natural balance’ (Huttunen & Hildén, 2013). High–profile academic and grey literature reports have shown yet further variation in framings of the geoengineering imaginary, and in particular revealing tensions between them: ‘science before policy, or vice versa’; ‘geoengineering is new, or old’; ‘balancing the Earth system, or societal reform’; and ‘geoengineering research (or deployment) now, or geoengineering is a distraction from mitigation’ (Markusson, 2013).


Building on this earlier research into geoengineering discourses more generally, for the first time this article seeks to explore the more specific understandings and uses of geoengineering experimentation and related concepts by different participants in the discourse. It begins by detailing the research methodology before reporting and then discussing its analytical findings. The article concludes by summarising its contribu tion to the literature and drawing recommendations for future research and policy.

For the full paper visit:

Safety First! Framing and Governing Climate Geoengineering Experimentation
Rob Bellamy
Institute for Science, Innovation and Society, University of Oxford

Foreword by Dr. Vandana Shiva to the book: THE BIOCHAR SOLUTION


Carbon Farming and Climate Change
By Albert Bates
Source: Google Books

Cultivating the Future

FERTILE SOILS RICH IN ORGANIC MATTER are our best insurance against food insecurity and climate vulnerability. Soil is a major store of carbon, containing three times as much carbon as the atmosphere and five times as much as forests. About 60% of this is in the form of organic matter in the soil. The principal component of soil carbon is humus, a stable form of organic carbon with an average lifetime of hundreds to thousands of years.

Soil organic matter determines much of the soil’s quality, as it "is an important substrate of cationic exchange, is the warehouse of most of the nitrogen, phosphorous and sulphur potentially available to plants, is the main energy source of micro-organisms and is a key determinant of soil structure”, (J. Ewel, "Designing Agricultural Ecosystems for the Humid Tropics,” Annual Review of Ecology and Systematics, 7:245-271)

A pioneer of organic agriculture, Sir Albert Howard defined fertile soils as follows:

a soil teeming with healthy life in the shape of abundant microflora and microfauna, will bear healthy plants, and these, when consumed by animals and man, will confer health on animals and man. But an infertile soil, that is, one lacking sufficient microbial, fungous, and other life, will pass on some form of deficiency to the plant, and such plant, in tum, will pass on some form of deficiency to animals and man.

The millions of organisms found in soil are the source of its fertility. The greatest biomass in soil consists of microorganisms, fungi in particular. Soil microorganisms maintain soil structure, contribute to the biodegradation of dead plants and animals, and fix nitrogen. Their destruction by chemicals threatens our survival and our food security.

Industrial agriculture treats soil as an empty container for industrial fertilizers. After World War I, manufacturers of explosives, whose factories were equipped for the fixation of nitrogen, had to findd other markets for their products. Synthetic fertilizers provided a convenient conversion for peaceful uses of war products. Howard identified this conversion as closely linked to the “NPK mentality" of chemical farming:

The feature of manuring of the west is the use of artificial manures. The factories engaged during the Great War in the fixation of atmospheric nitrogen for the manufacture of explosives had to find other markets, the use of nitrogenous fertilizers in agriculture increased, until today the majority of farmers and market gardeners base their manurial program on the cheapest forms of nitrogen (N), phosphorous (P), and potassium (K) on the market. What may be conveniently described as the NPK mentality dominates farming alike, in the experimental stations and in the countryside. Vested interests entrenched in time of national emergency, have gained a stranglehold.

After the Wars, there was cheap and abundant fertilizer in the west, and American companies were anxious to ensure higher fertilizer consumption overseas to recoup their investment. The fertilizer push was an important factor in the spread of new seeds, because wherever the new seeds went, they opened up new markets for chemical fertilizers.

This is how industrial agriculture was introduced as the “Green Revolution” in India in the 60's. However, replacing soil fertility with chemical fertilizers was neither green nor revolutionary. It was a recipe for destroying soils, eroding food security and increasing greenhouse gases which contribute to climate change. (Vandana Shiva, Violence of the Green Revolution, Zed Books, I989)

However, the myth of the green revolution continues. On September 6, 2010 Time magazine stated in its cover story on the real cost of organic food, “Norman Borlaug, the so called father of the green revolution, who nearly doubled wheat yields in Pakistan and India in the 60's via a combination of high yield plants and fertilizer use, is often credited with saving one billion lives."

This account is false on many counts. Firstly, the so called "high yielding varieties" are in fact “high response varieties," engineered to withstand high doses of chemicals. Secondly, the increase in wheat production, which is assigned to chemicals and chemically adapted seeds, can be accounted for by any increase in land under wheat cultivation, and any increase in water provided for irrigation. Thirdly, high-cost extemal input agriculture is the reason for hunger. It has not saved a billion lives.

What the green revolution narrative ignores is decline in overall output, increase in costs of cultivation, and the destruction of the soil. Food security rests on soil building, not on poisoning the soil with toxics and burdening farmers with debt. Over the past decade, 200,000 farmers have committed suicide in India due to indebtedness resulting from high cost seeds and chemicals.

Building soil means building the soil food web in all its diversity and complexity. We need to build living soils because they are the very source of life. We need to build living soils because they provide diverse and multiple ecological services, including conservation of water and maintenance of the hydrological cycle. We need to build living soils because they are the basis of food security. And we need to build living soils because they provide climate resilience.

Living soils grow from living carbon. And living carbon is the result of the process of photosynthesis. As Sir Albert reminds us “life is maintained by the sun's energy and the instrument for intercepting this energy and turning it to account is the green leaf .. ...".

The green leaf, with its chlorophyll battery, is therefore a perfectly adapted agency for continuing life. It is, speaking plainly, the only agency that can do this, and is unique. Its efficiency is of supreme importance. Because animals, including man, feed eventually on green vegetation, either directly or through the bodies of other animals, it is our sole final source of nutriment. There is no altemative supply. Without sunlight and the capacity of the earth's green carpet to intercept its energy for us, our industries, our trade, and our possessions would soon be useless. It follows therefore that everything on this planet must depend on the way mankind makes use of this green carpet, in other words on its efficiency. (Sir Albert Howard, Soil and Health, University Press of Kentucky).

So for building soil we need to increase the green cover on the planet, both in forests and on farms. On our farms we need to shift from chemical and fossil fuel intensive monocultures to biodiversity and biodiversity intensive systems that multiply the production of living carbon with all the nutrients needed by the soil, plants and animals (including humans).

In The Biochar Solution Albert Bates walks us through the history of sustainable farming practices, the climate crisis, and the role of organic farming and building organic matter in soils in mitigation and adaptation to climate change. I fully endorse his vision of the world evolving into a garden. But I would like to sound a word of caution.

By shifting our concern from growing the green mantle of the earth to making charcoal, biochar solutions risk repeating the mistakes of industrial agriculture.
The reductionist NPK mentality is replaced by a reductionist carbon mentality. The false assumption that soil fertility comes from factories is maintained. Earlier it focused on factories producing NPK, now it focuses on industrial production of biochar.

Just as industrial agriculture and the green revolution forgot about life, the biochar solutions are ignoring life with their carbon preoccupation, an example of what I have called the “Monocultures of the Mind".

We need to remember that calcium and magnesium, iron and copper, the Mychorrizae and the earthworm are also part of the soil's life, not just carbon. Above all we need to remember that carbon is fixed by the chlorophyll molecule in the green leaf of plants, not during the pyrolysis used to produce biochar.

The future cannot be built on the basis of knowledge that comes from a reductionist, fragmented, mechanistic world view. It cannot be built on the extemal input model of industrial agriculture.

To cultivate the future, we need to cultivate life in the soil. We need to cultivate the humility that the soil makes us, we do not make the soil, and we can only serve her processes of making life.

— Dr. Vandana Shiva

September 2010
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