La
conferencia de Asilomar sobre la geoingeniería había sido promocionada como un
evento potencialmente histórico. Lo que surgió, sin embargo, fue unas lecciones
inesperadas sobre las posibilidades y peligros de manipular el clima de la
Tierra para contrarrestar el calentamiento global.
Por Jeff Goodell - Yale Environment 360 - 01 Abril 2010:
ANALISIS
Traducción libre por Oscar A. Escobar May 29, 2014
Gt - FL USA
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Al principio, tuve mis dudas. La Conferencia Internacional Asilomar
sobre Tecnologías de Intervención Climática, que tuvo lugar la semana pasada en
el recinto de la conferencia en Asilomar cerca de Monterey, California, fue
promocionada como una reunión "sin precedentes" de 175 científicos,
grupos ecologistas, filósofos y expertos en políticas públicas para discutir la
gobernanza de la geoingeniería - es decir, la manipulación intencional del
clima de la Tierra, a gran escala, para compensar el aumento de las
temperaturas. La reunión fue obviamente creada para canalizar el espíritu de la
primera conferencia de Asilomar en 1975, durante el cual los biólogos
elaboraron directrices voluntarias para ayudar a tranquilizar a la opinión
pública de que los organismos modificados genéticamente no se liberarían en el
mundo. Asilomar 1.0 es recordado como un hito en la evolución de la ética
científica y un punto de inflexión en la aceptación pública de la
biotecnología.
Asilomar 2.0 parecía palidecer en comparación. Por un lado,
la geoingeniería puede ser una idea que de miedo, pero los peligros no son de
ninguna manera tan inmediatos como la
liberación intencional de organismos modificados genéticamente. Como David
Keith, director del Grupo de Sistemas Energéticos y Ambientales de la
Universidad de Calgary y uno de los pioneros de la investigación en
geoingeniería, dijo, "No hay ninguna amenaza de nubes alteradas
genéticamente replicándose virulentamente en la atmósfera." Por otra
parte, nadie parecía muy seguro de cual era el objetivo de Asilomar 2.0, además
de para convencer al resto del mundo de que los geoingenieros no son
científicos locos empeñados en destruir lo que queda del sistema climático "natural"
de la Tierra. Unos días antes de que comenzara la conferencia, surgieron
interrogantes acerca de si la conferencia era en realidad una forma discreta
del organizador de la conferencia, el
Fondo de Respuesta Climática, de recaudar fondos para financiar experimentos de
geoingeniería (una declaración de última hora de la junta de la FRC (CRF por
sus siglas en Inglés) pone fin a la controversia).
"Por un rato, parecía que
Asilomar 2.0 se iba a revertir
a cinco días de luchas internas"
Los primeros días de la conferencia fueron caóticos y
desorganizados, ocupados con las familiares discusiones de sobre cómo el
término "geoingeniería" agrupa dos ideas muy diferentes sobre cómo
enfriar el planeta - tecnologías que reducen la cantidad de luz solar que llega
al planeta, así como las tecnologías que reducen la cantidad de dióxido de
carbono en la atmósfera. Desde el punto de vista de la gobernanza, nadie está preocupado
por las tecnologías que absorben el CO2 de la atmósfera. Son las tecnologías
que reducen la cantidad de luz solar que llega al planeta - como abrillantar
las nubes y la inyección de partículas de azufre en la estratosfera – las que
preocupan a la gente, sobre todo porque se pueden implementar de forma rápida y
barata, y porque que tienen un efecto inmediato.
Nada de esto era una novedad para cualquiera que haya pasado
algún tiempo pensando en la geoingeniería. Y por
un rato, parecía que Asilomar 2.0 iba a
revertir a cinco días de luchas internas sobre la conveniencia de tratar de
renombrar la geoingeniería como "restauración del clima." Pero
entonces sucedió algo extraño. En medio del caos, nuevas ideas - y algunas
lecciones - emergieron.
Lección número uno:
La geoingeniería es una tabula rasa en la mente pública. Como la mayoría de
los asistentes, yo estaba muy consciente del hecho de que la geoingeniería es
una idea desconocida para muchas personas. Pero yo no había visto datos reales
sobre esto. Tampoco había realmente captado las implicaciones de ello.
Una de las presentaciones más iluminadoras de la semana fue
la de Anthony Leiserowitz, director del Proyecto de Yale sobre el Cambio
Climático, que presentó los resultados de un estudio de larga duración en la
percepción pública sobre el calentamiento global. En su más reciente encuesta,
él había incluido un par de preguntas acerca de la geoingeniería. Cuando se
preguntó: "¿Qué tanto, si es que acaso, ha oído hablar de la geoingeniería
como una posible respuesta al cambio climático?", el 74 por ciento de los
encuestados dijo que "nada". El 26 por ciento que había oído acerca
de la geoingeniería resulto estar tremendamente mal informado - más de la mitad
pensaba que se refería a la energía geotérmica. Sólo el 3 por ciento de las
personas que habían oído hablar de la geoingeniería estaban informadas
correctamente sobre ella. "El público, básicamente, no sabe nada de
esto", les dijo Leiserowitz a los asistentes. "Eso es a la vez un gran
reto y una gran oportunidad."
Lección dos: Nadie
tiene ni una idea clara de cómo resolver las desigualdades inherentes a la
geoingeniería. Uno de los comentarios más citados en la conferencia vino de
Pablo Suárez, el director asociado de programas con el Centro sobre el Clima de
la Cruz Roja / Media Luna Roja, que pregunto durante una sesión plenaria,
"¿Quién se come el riesgo?” En la opinión de Suárez, la geoingeniería se
trata de cambiar el riesgo del calentamiento global de los países ricos - es
decir, aquellos que pueden costearse las tecnologías para manipular el clima –
hacia las naciones pobres. Suárez admitió que una manera de resolver esto
podría ser el que los países ricos paguen a las naciones pobres por los daños
causados, por ejemplo, cambios en los patrones de precipitación. Pero eso
evocaba visiones de agricultores en Bangladesh demandando a geoingenieros
chinos por arruinar su cosecha de arroz - una caja de pandora legalista que
nadie estaba dispuesto a explorar abiertamente.
"Según una opinión,
geoingeniería se trata de
cambiar el riesgo del calentamiento global de los
países ricos a los países pobres."
Hubo mucha discusión sobre el papel que el Consejo de
Seguridad de la ONU podría desempeñar en la gobernanza del eventual despliegue
de tecnologías de geoingeniería, también si un nuevo protocolo debe
desarrollarse para gobernar la geoingeniería en virtud de la Convención Marco
de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Algunas personas incluso
expusieron una nueva idea: ¿Qué tal un Consejo Mundial de la Geoingeniería? El
concepto evocaba visiones de helicópteros negros y del Dr. Maligno, y se
abandonó rápidamente – aun así, en privado, algunos expertos en política
admitieron que esa podría ser la dirección en la que nos dirigimos.
En público, todos coincidieron en que el clima es algo que
le pasa a todo el mundo y, por lo tanto, todos deben tener voz y voto en las
decisiones que se toman para cambiarlo deliberadamente. Pero la simple verdad
es que nadie tiene muy buena idea sobre cómo lograr eso, sobre todo entre las
personas en el mundo en desarrollo, donde el impacto, presumiblemente, sería
mayor. Leiserowitz lo dijo mejor: "¿Qué significa el consentimiento
informado en un mundo donde más de dos mil millones de personas no son
conscientes de que el cambio climático es un problema?”
Lección tres: La pregunta más grande en el horizonte es,
"¿Deberían prohibirse los
experimentos de campo?" Prácticamente todo el mundo en la
conferencia acordó que la investigación adicional en la geoingeniería es una
buena idea. "Tenemos que averiguar lo que funciona y lo que no",
argumentó David Keith. No fue sorpresa que el conflicto surgiera cuando la
discusión paso hacia si era o no el momento de hacer algunos experimentos de
campo en el mundo real. Todo el mundo estuvo de acuerdo en que los experimentos
a pequeña escala de "procesos”, como probar dispositivos para rociar
aerosoles en la estratosfera, se deben permitir, ya que no hay expectativa de
que tales experimentos tengan algún impacto en el clima. Pero ¿qué pasa con
los experimentos de campo sencillos,
como intentar rociar partículas sobre una región del Ártico, o abrillantar las
nubes sobre una parte del océano? Alan Robock, un científico atmosférico de la
Universidad de Rutgers que por largo tiempo ha señalado los riesgos de los
experimentos de campo de la geoingeniería, como era previsible argumentó en
contra de ello: "El Ártico no puede ser aislado del resto del mundo."
"El conflicto surgió cuando la
discusión se centró en si era
el momento de llevar a cabo
experimentos de campo"
Pero ¿cómo se define la diferencia entre los experimentos a
"sub-escala”, con probabilidad a tener poco si es que acaso tienen impacto
alguno, con experimentos "grandes”, que de hecho sí podrían tener un
impacto? Este es un problema perenne entre los geoingenieros prospectivos.
Keith abogó por la importancia de los experimentos de campo como una forma de
poner a prueba nuestros conocimientos -, así como la precisión de los modelos
climáticos. “Sólo nos enteramos del agujero en la capa de ozono porque salimos
e hicimos algunos experimentos", argumentó. "Si hubiésemos dependido
completamente en los modelos, es posible que nunca lo hubiéramos
encontrado." Desde el punto de vista de los demás, también era una
cuestión de urgencia: "No queremos estar modelado por los próximos 20 años,
mientras que se derrite el Ártico," me dijo un científico.
La cuestión de las pruebas de campo también jugaba en el
tema más amplio de la gobernanza. David Víctor, un profesor de derecho en la
Universidad de California, San Diego, argumentó que no puedes establecer una
estructura de gobierno viable hasta que no sepas qué tecnologías podrían
desplegarse y cuáles son los riesgos. “Y para averiguarlo, puede ser que tengas
que hacer algunos experimentos", dijo.
Lección cuatro: Todo es sobre el dinero. ¿Alguien va a
hacerse rico con la geoingeniería del planeta? A nadie le gusta hacer esa
pregunta de forma explícita, pero es inevitable. Después de todo, si la
geoingeniería llega algún día a ser tomada en serio, va a ser la madre de todos
los proyectos de ingeniería. ¿Quién debería estar a cargo - y qué papel debería
desempeñar la inversión privada?
¿Deben los empresarios tener la posibilidad de lucro con la tecnología diseñada para enfriar el planeta?
Se acordó en general
que para las tecnologías que
absorben-CO2, la inversión privada no era un problema. Las tecnologías de
reducción de luz solar, sin embargo, son otra cuestión. Si alguna empresa (o
empresario) es capaz de desarrollar una nueva forma de inyectar partículas en
la estratosfera que se vuelve indispensable para la supervivencia de la raza
humana, bueno, eso le da a esa empresa o persona mucha influencia. "No
estoy interesado en venderle mi alma a una empresa que va a controlar la
cantidad de luz solar que llega al planeta", dijo Phil Rasch, un modelador
climático en el Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico en el estado de
Washington. (Mientras un miembro de la audiencia, bromeaba, "le da un
nuevo significado a ciudad empresa.") Granger Morgan, el jefe del
departamento de ingeniería y política pública en la Universidad de Carnegie
Mellon, sostuvo que la creación de un afán de lucro conduciría inevitablemente
a un grupo de presión (lobby) de geoingeniería: "el cabildeo es la última
cosa que necesitamos en esto."
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¿Significa eso que la financiación por el gobierno, en los
EE.UU. Inicialmente a través de la Fundación Nacional de la Ciencia o una
agencia como la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, es la
respuesta? Muchos de los asistentes señalaron que la financiación pública tiene
sus propios problemas, no menos importante de los cuales es que la burocracia y
los obstáculos regulatorios ralentizarán
la investigación y despliegue. En cuanto al Departamento de Defensa de EE.UU. –
hay que olvidarse de eso. Para este grupo, esta participación induce pesadillas
de un nuevo complejo militar-industrial de geoingeniería. Una solución novedosa:
demandar que toda la tecnología utilizada para las tecnologías de reducción de
la luz solar permanezca en el dominio público. "El problema no es la
inversión privada", sostuvo Keith. "Es la propiedad intelectual libre."
Ingeniería climática de código abierto, ¿alguien?
Lección cinco: La
confianza lo es todo. A los medios de comunicación les encantan preponderar
el ángulo de los geoingenieros arrogantes empeñados en jugar con un sistema que
no entienden, pero en Asilomar había muy poca conversación atrevida o
imprudente. El completo estado de ánimo de la reunión era sombrío e híper-alerta
a los peligros que se avecinan. "El juego entero", señaló David
Víctor, "se trata de establecer la credibilidad. "En otras palabras,
si el público llega a ver la geoingeniería como, según lo puso uno de los
asistentes, "una idea loca tramada por ricos anglosajones para dominar el
clima", entonces todos serán merecidamente cubiertos de alquitrán y
plumas.
Al final, no salí de Asilomar sintiendo como si hubiera
asistido a un acontecimiento histórico. Pero si sentí que puede haber sido
testigo del nacimiento de algo nuevo - llámenlo la conciencia del
geoingeniero.
Artículo original:
A Hard Look
at the Perils and Potential of Geoengineering
By Jeff Goodell
– Yale Environment 360
http://e360.yale.edu/feature/a_hard_look_at_the_perils_and_potential_of_geoengineering/2260/