Thursday, May 29, 2014

Dándole un serio vistazo a los peligros y al potencial de la geoingeniería


La conferencia de Asilomar sobre la geoingeniería había sido promocionada como un evento potencialmente histórico. Lo que surgió, sin embargo, fue unas lecciones inesperadas sobre las posibilidades y peligros de manipular el clima de la Tierra para contrarrestar el calentamiento global.

Por Jeff Goodell - Yale Environment 360 - 01 Abril 2010: ANALISIS

Traducción libre por Oscar A. Escobar May 29, 2014
Gt - FL USA

Al principio, tuve mis dudas. La Conferencia Internacional Asilomar sobre Tecnologías de Intervención Climática, que tuvo lugar la semana pasada en el recinto de la conferencia en Asilomar cerca de Monterey, California, fue promocionada como una reunión "sin precedentes" de 175 científicos, grupos ecologistas, filósofos y expertos en políticas públicas para discutir la gobernanza de la geoingeniería - es decir, la manipulación intencional del clima de la Tierra, a gran escala, para compensar el aumento de las temperaturas. La reunión fue obviamente creada para canalizar el espíritu de la primera conferencia de Asilomar en 1975, durante el cual los biólogos elaboraron directrices voluntarias para ayudar a tranquilizar a la opinión pública de que los organismos modificados genéticamente no se liberarían en el mundo. Asilomar 1.0 es recordado como un hito en la evolución de la ética científica y un punto de inflexión en la aceptación pública de la biotecnología.


Asilomar 2.0 parecía palidecer en comparación. Por un lado, la geoingeniería puede ser una idea que de miedo, pero los peligros no son de ninguna manera  tan inmediatos como la liberación intencional de organismos modificados genéticamente. Como David Keith, director del Grupo de Sistemas Energéticos y Ambientales de la Universidad de Calgary y uno de los pioneros de la investigación en geoingeniería, dijo, "No hay ninguna amenaza de nubes alteradas genéticamente replicándose virulentamente en la atmósfera." Por otra parte, nadie parecía muy seguro de cual era el objetivo de Asilomar 2.0, además de para convencer al resto del mundo de que los geoingenieros no son científicos locos empeñados en destruir lo que queda del sistema climático "natural" de la Tierra. Unos días antes de que comenzara la conferencia, surgieron interrogantes acerca de si la conferencia era en realidad una forma discreta del  organizador de la conferencia, el Fondo de Respuesta Climática, de recaudar fondos para financiar experimentos de geoingeniería (una declaración de última hora de la junta de la FRC (CRF por sus siglas en Inglés) pone fin a la controversia).

"Por un rato, parecía que
Asilomar 2.0 se iba a revertir
a cinco días de luchas internas"

Los primeros días de la conferencia fueron caóticos y desorganizados, ocupados con las familiares discusiones de sobre cómo el término "geoingeniería" agrupa dos ideas muy diferentes sobre cómo enfriar el planeta - tecnologías que reducen la cantidad de luz solar que llega al planeta, así como las tecnologías que reducen la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera. Desde el punto de vista de la gobernanza, nadie está preocupado por las tecnologías que absorben el CO2 de la atmósfera. Son las tecnologías que reducen la cantidad de luz solar que llega al planeta - como abrillantar las nubes y la inyección de partículas de azufre en la estratosfera – las que preocupan a la gente, sobre todo porque se pueden implementar de forma rápida y barata, y porque que tienen un efecto inmediato.

Nada de esto era una novedad para cualquiera que haya pasado algún tiempo pensando en la geoingeniería.  Y  por un rato, parecía que Asilomar 2.0  iba a revertir a cinco días de luchas internas sobre la conveniencia de tratar de renombrar la geoingeniería como "restauración del clima." Pero entonces sucedió algo extraño. En medio del caos, nuevas ideas - y algunas lecciones - emergieron.

Lección número uno: La geoingeniería es una tabula rasa en la mente pública. Como la mayoría de los asistentes, yo estaba muy consciente del hecho de que la geoingeniería es una idea desconocida para muchas personas. Pero yo no había visto datos reales sobre esto. Tampoco había realmente captado las implicaciones de ello.

Una de las presentaciones más iluminadoras de la semana fue la de Anthony Leiserowitz, director del Proyecto de Yale sobre el Cambio Climático, que presentó los resultados de un estudio de larga duración en la percepción pública sobre el calentamiento global. En su más reciente encuesta, él había incluido un par de preguntas acerca de la geoingeniería. Cuando se preguntó: "¿Qué tanto, si es que acaso, ha oído hablar de la geoingeniería como una posible respuesta al cambio climático?", el 74 por ciento de los encuestados dijo que "nada". El 26 por ciento que había oído acerca de la geoingeniería resulto estar tremendamente mal informado - más de la mitad pensaba que se refería a la energía geotérmica. Sólo el 3 por ciento de las personas que habían oído hablar de la geoingeniería estaban informadas correctamente sobre ella. "El público, básicamente, no sabe nada de esto", les dijo Leiserowitz a los asistentes. "Eso es a la vez un gran reto y una gran oportunidad."

Lección dos: Nadie tiene ni una idea clara de cómo resolver las desigualdades inherentes a la geoingeniería. Uno de los comentarios más citados en la conferencia vino de Pablo Suárez, el director asociado de programas con el Centro sobre el Clima de la Cruz Roja / Media Luna Roja, que pregunto durante una sesión plenaria, "¿Quién se come el riesgo?” En la opinión de Suárez, la geoingeniería se trata de cambiar el riesgo del calentamiento global de los países ricos - es decir, aquellos que pueden costearse las tecnologías para manipular el clima – hacia las naciones pobres. Suárez admitió que una manera de resolver esto podría ser el que los países ricos paguen a las naciones pobres por los daños causados​, por ejemplo, cambios en los patrones de precipitación. Pero eso evocaba visiones de agricultores en Bangladesh demandando a geoingenieros chinos por arruinar su cosecha de arroz - una caja de pandora legalista que nadie estaba dispuesto a explorar abiertamente.

"Según una opinión,
 geoingeniería se trata de
cambiar el riesgo del calentamiento global de los
países ricos a los países pobres."

Hubo mucha discusión sobre el papel que el Consejo de Seguridad de la ONU podría desempeñar en la gobernanza del eventual despliegue de tecnologías de geoingeniería, también si un nuevo protocolo debe desarrollarse para gobernar la geoingeniería en virtud de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Algunas personas incluso expusieron una nueva idea: ¿Qué tal un Consejo Mundial de la Geoingeniería? El concepto evocaba visiones de helicópteros negros y del Dr. Maligno, y se abandonó rápidamente – aun así, en privado, algunos expertos en política admitieron que esa podría ser la dirección en la que nos dirigimos.


En público, todos coincidieron en que el clima es algo que le pasa a todo el mundo y, por lo tanto, todos deben tener voz y voto en las decisiones que se toman para cambiarlo deliberadamente. Pero la simple verdad es que nadie tiene muy buena idea sobre cómo lograr eso, sobre todo entre las personas en el mundo en desarrollo, donde el impacto, presumiblemente, sería mayor. Leiserowitz lo dijo mejor: "¿Qué significa el consentimiento informado en un mundo donde más de dos mil millones de personas no son conscientes de que el cambio climático es un problema?”


Lección tres: La pregunta más grande en el horizonte es, "¿Deberían prohibirse los  experimentos de campo?" Prácticamente todo el mundo en la conferencia acordó que la investigación adicional en la geoingeniería es una buena idea. "Tenemos que averiguar lo que funciona y lo que no", argumentó David Keith. No fue sorpresa que el conflicto surgiera cuando la discusión paso hacia si era o no el momento de hacer algunos experimentos de campo en el mundo real. Todo el mundo estuvo de acuerdo en que los experimentos a pequeña escala de "procesos”, como probar dispositivos para rociar aerosoles en la estratosfera, se deben permitir, ya que no hay expectativa de que tales experimentos tengan algún impacto en el clima. Pero ¿qué pasa con los  experimentos de campo sencillos, como intentar rociar partículas sobre una región del Ártico, o abrillantar las nubes sobre una parte del océano? Alan Robock, un científico atmosférico de la Universidad de Rutgers que por largo tiempo ha señalado los riesgos de los experimentos de campo de la geoingeniería, como era previsible argumentó en contra de ello: "El Ártico no puede ser aislado del resto del mundo."

"El conflicto surgió cuando la
discusión se centró en si era
el momento de llevar a cabo
experimentos de campo"

Pero ¿cómo se define la diferencia entre los experimentos a "sub-escala”, con probabilidad a tener poco si es que acaso tienen impacto alguno, con experimentos "grandes”, que de hecho sí podrían tener un impacto? Este es un problema perenne entre los geoingenieros prospectivos. Keith abogó por la importancia de los experimentos de campo como una forma de poner a prueba nuestros conocimientos -, así como la precisión de los modelos climáticos. “Sólo nos enteramos del agujero en la capa de ozono porque salimos e hicimos algunos experimentos", argumentó. "Si hubiésemos dependido completamente en los modelos, es posible que nunca lo hubiéramos encontrado." Desde el punto de vista de los demás, también era una cuestión de urgencia: "No queremos estar modelado por los próximos 20 años, mientras que se derrite el Ártico," me dijo un científico.

La cuestión de las pruebas de campo también jugaba en el tema más amplio de la gobernanza. David Víctor, un profesor de derecho en la Universidad de California, San Diego, argumentó que no puedes establecer una estructura de gobierno viable hasta que no sepas qué tecnologías podrían desplegarse y cuáles son los riesgos. “Y para averiguarlo, puede ser que tengas que hacer algunos experimentos", dijo.

Lección cuatro: Todo es sobre el dinero. ¿Alguien va a hacerse rico con la geoingeniería del planeta? A nadie le gusta hacer esa pregunta de forma explícita, pero es inevitable. Después de todo, si la geoingeniería llega algún día a ser tomada en serio, va a ser la madre de todos los proyectos de ingeniería. ¿Quién debería estar a cargo - y qué papel debería desempeñar la inversión privada?

¿Deben los empresarios tener la posibilidad de lucro con la tecnología diseñada para enfriar el planeta?


Se acordó en general  que para las tecnologías  que absorben-CO2, la inversión privada no era un problema. Las tecnologías de reducción de luz solar, sin embargo, son otra cuestión. Si alguna empresa (o empresario) es capaz de desarrollar una nueva forma de inyectar partículas en la estratosfera que se vuelve indispensable para la supervivencia de la raza humana, bueno, eso le da a esa empresa o persona mucha influencia. "No estoy interesado en venderle mi alma a una empresa que va a controlar la cantidad de luz solar que llega al planeta", dijo Phil Rasch, un modelador climático en el Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico en el estado de Washington. (Mientras un miembro de la audiencia, bromeaba, "le da un nuevo significado a ciudad empresa.") Granger Morgan, el jefe del departamento de ingeniería y política pública en la Universidad de Carnegie Mellon, sostuvo que la creación de un afán de lucro conduciría inevitablemente a un grupo de presión (lobby) de geoingeniería: "el cabildeo es la última cosa que necesitamos en esto."

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¿Significa eso que la financiación por el gobierno, en los EE.UU. Inicialmente a través de la Fundación Nacional de la Ciencia o una agencia como la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, es la respuesta? Muchos de los asistentes señalaron que la financiación pública tiene sus propios problemas, no menos importante de los cuales es que la burocracia y los obstáculos regulatorios  ralentizarán la investigación y despliegue. En cuanto al Departamento de Defensa de EE.UU. – hay que olvidarse de eso. Para este grupo, esta participación induce pesadillas de un nuevo complejo militar-industrial de geoingeniería. Una solución novedosa: demandar que toda la tecnología utilizada para las tecnologías de reducción de la luz solar permanezca en el dominio público. "El problema no es la inversión privada", sostuvo Keith. "Es la propiedad intelectual libre." Ingeniería climática de código abierto, ¿alguien?

Lección cinco: La confianza lo es todo. A los medios de comunicación les encantan preponderar el ángulo de los geoingenieros arrogantes empeñados en jugar con un sistema que no entienden, pero en Asilomar había muy poca conversación atrevida o imprudente. El completo estado de ánimo de la reunión era sombrío e híper-alerta a los peligros que se avecinan. "El juego entero", señaló David Víctor, "se trata de establecer la credibilidad. "En otras palabras, si el público llega a ver la geoingeniería como, según lo puso uno de los asistentes, "una idea loca tramada por ricos anglosajones para dominar el clima", entonces todos serán merecidamente cubiertos de alquitrán y plumas.

Al final, no salí de Asilomar sintiendo como si hubiera asistido a un acontecimiento histórico. Pero si sentí que puede haber sido testigo del nacimiento de algo nuevo - llámenlo la conciencia del geoingeniero.



Artículo original:

A Hard Look at the Perils and Potential of Geoengineering
By Jeff Goodell – Yale Environment 360
http://e360.yale.edu/feature/a_hard_look_at_the_perils_and_potential_of_geoengineering/2260/

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